5/1/12

EL QUE ESPERA DESESPERA, QUÉ OTRA COSA PODEMOS HACER


Quisiera ser optimista, pero no puedo, no consigo tranquilizar mis temores. Además, me preocupan los que son aún más pesimistas y más débiles que yo. Lo leo en sus asustados semblantes. Ellos jamás imaginaron que llegarían a sufrir tan directamente los nefastos efectos de esta impertinente crisis… Ni por asomo.

La verdad es que vivíamos a “nuestras anchas” y ello era por que hubo trabajo para todos y la moneda rodaba para una gran mayoría que la tenía controlada. Se consumía frenéticamente, nada se los impedían y así vivían, sin escatimar apetencia alguna. A veces llegué a pensar: ¡Estas gentes están como locas, no se dan cuente que tanto bienestar no les va a durar siempre, que podrán venir tiempos peores, como los actuales, luego vendrían los recortes para poder estabilizar nuestra economía, si no queremos mendigar a posteriori!

En los años que tengo de vida, nunca vi. tanto despilfarro, hasta botar a la basura todo cuanto se les antoje, aunque fueran aún objetos servibles, para luego reponer comprando desaforadamente, e inclusive cosas innecesarias.

Siguiendo ese ritmo de vida es fácil comprender que se sientan ahora incómodos con los cambios que esta, nuestra sufrida sociedad, está verificando. Días de mucho y ahora recortes. Se acabó aquella alegría ficticia… Y sólo estamos comenzando. Dios quiera que no vuelvan las Cartillas del racionamiento y las colas por fuera de los Molinos del gofio…

Estamos cogidos por todas partes, los Bancos nos cobran ahora por guardarnos nuestros dineros, todavía les parece poco. Y si guardas los escasos ahorros en casa les visitan los amigos de lo ajeno. ¿Qué hacemos con esos pequeños ahorros?

Ya sé, que todo llega y todo pasa en esta polémica vida, lo que dudo es, ¿cuánto tiempo va a durar esta situación? Sin embargo, me decía un señor “rico” que él no se queja, que precisamente, ahora es más rico que antes, según las perspectivas actuales. Le creo, le dije. También le largué, que los pobres ahora son más pobres que nunca, dadas las circunstancias que vivimos. Los ricos están comprando casas a los Bancos –es que no saben qué hacer con tantas- por poco dinero, antiguas pertenencias de aquellos que les fueron quitadas, las casas hipotecadas… Miles de familias yacen en la calle sin recursos de ninguna clase, muchos sin trabajo, pasando hambre. ¡Qué indignante, señores! ¡Cuántos indefensos ciudadanos, algunos al borde del suicidio! ¡Cuántos matrimonios rotos, cuántas familias deshechas, cada cual buscándose la vida! Muchos ya son actuales delincuentes para hallar qué darle de comer a sus hijos. Y lo más triste es que la corrupción sigue campando a su aire… ¿Eso no lo denuncian? Cada cual sólo piensan en sí, sus propios problemas. Hacen como que no se enteran y siguen arruinando las escasas y últimas oportunidades; y una de ellas, es, frenar el ritmo de vida; y pensar en lo que les viene muy de cerca, a la vuelta de la esquina. Sin guardar para ese difícil mañana que nos espera, ni el futuro de nuestras familias.

Año Nuevo, más difícil que el anterior y no hay quién frene el carro de tantos abusos…

También he pensado que esta situación que vivimos, tal vez sea una sabia lección y la oportunidad que el destino nos brinda para que aprendamos a vivir más sosegadamente y no vivamos tan despreocupadamente, despreciando nuestro sino, mal gastando las experiencias vividas en peores tiempos y obstinadamente quisieran entrar en aquellos inhóspitos túneles, y sus secuelas, que ya creíamos haber superado con el paso del tiempo. Si fuéramos más solidarios y juiciosos, creo que nos iría mejor, no le echemos toda la culpa a los políticos de turno, algo si, pero pienso que tenemos lo que en realidad nos merecemos.

Celestino González Herreros

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