9/2/13


LOS EXTRAÑOS IMPULSOS PSÍQUICOS EN LA SENDA VIRTUAL DE LA VIDA


Suceden  tantas cosas inesperadas en el presuroso transito de la vida, que ni imaginarlas, ni sospechar que pudiera sucedernos así, y si llegamos a viejos nos asombramos de que nos haya sucedido. Bueno o malo, pero pareciera que sucedió aquella vez… A veces viviendo algún momento determinado creemos que esa misma experiencia antes ya la hemos vivido, hasta el mismo escenario, las mismas voces y palabras, la misma sensación de impotencia, exactamente, sin dudar si es cierto o no esa duplicidad de hechos y circunstancias. Mas, mantenemos la creencia de que una vez ya vivimos esa extraña experiencia.





Un amigo me decía, un día cualquiera, que a su encantadora esposa ya la había tratado antes, e incluso cortejado cuando eran muchachos, que llegó a practicar juegos infantiles en ese lapso de tiempo, en otra época muy lejana. Dice que ella lo niega y él insiste, pero al parecer todo quedó en nada. Son felices, pero él sigue insistiendo: ¡La conocí antes! Ello no es que confirme la posibilidad de que todo resulte ser una utopía, una falsa intuición, un desliz de la mente más que de la conciencia. Yo también insisto de que hay circunstancias que se repiten en el devenir del tiempo,  que nunca dañan, sólo confunden. Sin embargo nunca ocurre eso en las personas de edades avanzadas, ocurre en aquella época de las románticas nostalgias, de las fantasías, la infancia y hasta en nuestra juventud.

Creemos haber alcanzado algo que apenas ni lo hemos tocado por su ligera y extrema difusión, e irrealizable. Y todo queda como en los sueños, bajo la segura lápida del tiempo, cuyo peso garantiza su estática inmovilidad. Todo queda ahí, sepultado en el destierro de lo irreal.


El amigo no quiere razonar, ni conmigo ni con sí mismo, cree que la conoció antes de declararle su gran amor. Y nunca debiera extrañarnos que nos ocurra ese fenómeno psicológico, posiblemente, que nos parezca que lo que estamos experimentando ya antes lo hemos vivido, sin que existan pruebas delatoras que lo ratifiquen, sólo los impulsos mentales que forman la maraña de esos acontecimientos repetitivos que creemos casi fielmente, lo que en esta ocasión ya hemos vivido.

Nuestro presente no está exento de esos desfases y con suerte no le damos la importancia que creyeran los duendes de nuestra imaginación. Son como nubes tan frágiles, como el mismo tiempo. Burbujas que en el aire se sostienen haladas por las suaves brisas del subconsciente.

Celestino González Herreros
         celestinogh@teleline.es

No hay comentarios: