25/2/13


ESPERANDO TRAS LA VETUSTA VENTANA


Estaba avizorando entre la tupida y frondosa vegetación del hermoso jardín, cuando me atrajo poderosamente un lindo y minúsculo pájaro de color verde, que, muy cerca de donde me hallaba, jugaba con otro de su misma especie, rondándose ambos mutuamente entre rituales amorosos de incansables arrumacos, entregándose al idílico y tierno juego del amor... Sonreí distraído, sensiblemente conmovido; y volví la mirada hacia otros objetivos; busqué entre las exóticas plantas las que aumentaran más mi evidente entusiasmo, y me detuve, en mi observación, donde estaban las diminutas violetas cuyas flores lilas destacan esplendorosas en el cantero central guarecido su espacio de alelíes blancos minuciosamente cuidados... Así consumía yo mí tiempo de ocio, entre plantas y aves que vivían libres en ese romántico entorno lleno de silencio y melancolía, donde se conjugaba la armonía del multicolor floral y los aromas excitantes de la humedad de la tierra; y de las flores su delicado perfume. Los rayos del sol apuntaban en torno a mis pies, con infiltrados tangibles a través de la espesura del ramaje de los esbeltos árboles de prolongada verticalidad, buscando la luz y su calor que revitaliza. Avizoré también, desde mi ventana, en el jardín la nitidez del azul celeste cual si fuera un endiosado amanecer que invitara a volar, a escapar del verde clorofílico, junto a las aves que coreaban a mi impasible silencio con sus alegres trinos, emulando poéticos cantos hacia la mística Primavera que comenzara, abajo, en mi jardín, en este vespertino encuentro del ilusionado sueño que no debiera interrumpirse jamás, aunque deje mi vida en ello.

Caminé en ese mudo y profundo trayecto lleno de soledades, buscando la evasión y en su proyección sólo vi una luz, allá, arriba, que nunca pude alcanzar...

Y en mi jardín deambulé como en cada nueva Primavera, me fui de un lugar a otro buscando cuál fuera la flor que se abriera primero, presintiendo la llegada de las mariposas y abejas de siempre; corrí hacia sus ansiados encuentros y viéndoles libar en las flores primeras, hubo en mi subconsciente un lapso de nostalgia y en mi corazón un sentimiento dolido al verme tan solo esta vez, sin ella a mi lado, sólo plantas y flores y las aves mañaneras; y esas bellas mariposas y las golosas abejas... pero ella no estaba para que, como cada año, me consolara en mis delirios de primavera, de jardinero que sueña con sus huertos todos sembrados de flores y espera cada año la resplandeciente luz primaveral, cuando el alba despuntaba sensiblemente perfumada y la recibíamos desde la vetusta ventana, juntos los dos, para ver la flor primera...

Hoy, cada nuevo amanecer trae un mensaje distinto, las pesadillas del sueño anterior que no dejaron de atormentarme, esta vez no van a impedirme que la vea, para darle todas las flores de nuestro jardín, ¡todas a la vez! Y si no  la viera... oiré el canto de las aves y sentiré la cálida brisa; y los aromas inflamarán de ilusiones nuestros viejos corazones, habrá una eterna primavera para los dos desde mi triste ventana, proyectada hacia el Cielo. Hoy sólo me queda ver el paso de las aves en sus callados vuelos, cual mensajeras de mi amor, un vuelo ilusionado de mi débil corazón inquieto por volar... Y en esta, o en la próxima primavera, llevaré conmigo esas flores de nuestro jardín, para que alegren los rincones,  por si allá no hubiera flores y cuidarlas entre los dos.

 





Celestino González Herreros
           celestinogh@teleline.es

















No hay comentarios: