6/2/13



ECOS DE UN CANTO ANUNCIADO...


A veces repaso con inusitado empeño los recuerdos como una necesidad que debo atender, que obliga a extasiarnos en ellos, como si a un trozo de nuestra vida le viéramos flotar en  medio de un inmenso mar de confusiones y quisiéramos atraerlos, al pensar que nos pertenece y sin querer aceptar que ahora es pasado, Que son despojos de una realidad que va sufriendo una metamorfosis ineludible de tiempo y vida que se estaciona fragmentada en la fría oquedad del espacio pretérito que se nos va alejando... Sólo nos queda el consuelo de la evocación, ese recurso emotivo del deseo y la necesidad de hallar el calor de aquellos días que se nos fueron y en nuestra alma dejaron una marca para siempre y en la mente, donde han sido memorizados los gestos y las imágenes de todo aquello que no quiere morir.


Hoy siento, de los recuerdos, el placer que me deparan aquellas vivencias en la Villa de Los Realejos, cuando allí vivía y compartía mi actividad profesional en dicho Municipio; hallo en ellas una mezcla de satisfacciones que me devuelven, cuando el tiempo ya ha pasado, de la vida la alegría de haberlas vivido. En mi mente aparecen las caras con sus gestos dulces y diáfanos de tanta gente conocida y no me libran de ese sentimiento el tiempo que también ha pasado y ha cambiado tantas cosas... Me entristece, eso sí, el fatídico destino de muchas gentes conocidas de esos pueblos, que, también van yéndose; se nos han ido y sólo conservamos de ellos, el calor del afecto que nos dieron y la evocación de los inolvidables momentos con todos ellos compartidos.


Aún así, a veces parece que no hayan pasado dichos ciclos, ese precipitado devenir cual si fueran soplos del vendaval de la vida, aún llenos de ilusiones, de esperanzas y tristes contradicciones que no se dejan influir y lo arrastra todo a su paso, lo que, obviamente le pertenece, a medida que va pasando, y nos deja aquí indefensos, a merced del implacable sino… 

El municipio de los Realejos, bien merece todos los elogios que han de ser inaplazables en el tiempo, el pasado y en el que vivimos, teniendo en cuenta su capacidad de desarrollo urbanístico y social, la expansión en su territorio, del espacio aprovechable para dotar de las respectivas infraestructuras necesarias a sus ciudadanos. Su armonioso crecimiento no puede pasar desapercibido, ni el silencio de su avance físico y social. Sin grandes aspavientos, se ha ido extendiendo positivamente y seguirá su inteligente curso. Todos han contribuido a su engrandecimiento, cada cual en la medida de sus posibilidades  y circunstancias, unos con más suerte que otros, pero el esfuerzo de cada uno de los respectivos gobiernos, es patente y bien valorado. No debemos hacer leña del árbol caído, lo que si es correcto, es respetarnos mutuamente y demostrar siempre de lo que somos capaces y dejar las buenas obras para la gloria de vuestra historia.


Celestino González Herreros
         celestinogh@teleline.es

No hay comentarios: