24/5/08

Mágica Ciudad de emotivos reencuentros



Apartado, en un tranquilo rincón de mi hogar, hallándome solo y entre tanto silencio, mi mente fue acumulando distintos pensamientos que a la postre bullían sin orden ni mesura. Instintivamente busqué algo a mi alrededor, denodadamente, necesitaba desahogar, librarme de la aguda emoción que me embargaba en esos extraños momentos. Súbitamente sentí miedo de la soledad y busqué maquinalmente donde escribir, dejar alguna constancia, que las ideas, los pensamientos aquellos que me asaltaban hallaran lugar donde quedar literalmente reflejados, como quien necesita testamentar un sentimiento virtual, sin demora alguna. Pero las palabras brotaban desordenadamente, como si también temieran no caber, ni en el tiempo ni en el arrugado papel... La vista se me fue nublando; y las estáticas paredes del lugar donde me hallaba, imaginativamente, se fueron abriendo, resquebrajándose... Sólo mi mente voló a través de ellas y se expandió afuera, como se expande la luz sobre las tinieblas, me sentí liberado, yendo por las calles del pueblo buscando a las gentes; mi mente, avanzó solícita tras el bullicio de la misma vida que discurría resplandeciente con las luces de la ilusión... Salí de mi encierro transitorio por temor a hallarme solo sin la cálida presencia de lo cotidiano.

Entonces, ante la evidencia, me fui dando cuenta de lo hermosa que es la vida entre las gentes, y caminé, llevado por el pensamiento, desde mi cautiverio hacia la ciudad, y la hallé como nunca la había visto, experimenté la natural nostalgia al percatarme del tiempo perdido, de la grata visión al asomarme y ver nuevamente cada lugar, cada rincón amado, al descubrir por primera vez sus múltiples encantos. Cada motivo me decía algo íntimo. Poco a poco fui recuperando las ganas de vivir y con mi emocionado interés logré la paz de mi espíritu, oculta momentáneamente en los entresijos de la ciudad con su enorme oferta de increíbles motivaciones y extraordinaria forma de disuadir y enriquecer tantas extrañezas de la vida. Ello, recuperando todo aquello que creí haber perdido para siempre. Lo tuve todo a mi alcance: pasado y presente, y hasta pensé en un posible porvenir haciendo otra vez planes...

La mente es como el potro salvaje, galopa ligero y sin mirar hacia atrás, cubre todas las sabanas y trepa por los sinuosos senderos del recuerdo como el aire movedizo de la tempestad. Y como el ave migratoria, elevando su acrobático vuelo sin dejar de batir sus livianas alas, hasta superar las alturas que sólo pueden alcanzarlas los pensamientos.
Puerto de la Cruz, a 21 de mayo de 2.008.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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