20/4/13

LOS MUCHACHOS CANARIOS BUSCAN NUEVOS HORIZONTES





Es lamentable que nuestros jóvenes tengan que emigrar a otros lugares o países en busca de nuevos horizontes, al menos más alentadores, dada las graves dificultades que existen aquí, en nuestras Islas Canarias y que los foráneos no cesan de llegar y hasta consiguen donde trabajar, que es a lo que vienen y me alegro que lo hallen, Claro, más barato para algunos y no así con nosotros que estamos hartos que nos exploten.

Recuerdo cuando emigré a Venezuela, que en el Pasaporte  era obligado señalar el oficio que ejercía… Yo fui como estudiante debido a mi edad y de hecho, estudié revalidando el Bachillerato español allá y superando las materias nacionales, por las noches, mientras trabajaba por el día. Entonces, la emigración se abría según la demanda que hubiera, la más amplia era la de agricultor, luego los demás oficios, como carpinteros, albañiles, ebanistas, etc., respectivamente. Así pues, si pedían sólo agricultores los que fueran llegando al país iban para el campo. No se en Europa y demás Continentes, cómo era el asunto. Lo que si sé es que se nos van al extranjero los mejores profesionales y no todos tendrán la misma suerte.

Siento lástima, de verdad, cuando sé que se van muchachos casi sin preparación, algunos de ellos, a la deriva y a la suerte de su destino. Muchos para sufrir los peores desengaños…


Canarias siempre ha sido la pionera, con peor preparación, no lo pongo en duda y con menos medios económicos se nos hace muy cuesta arriba llegar a la cumbre de nuestras ambiciones. Lo que si nos sobra es coraje y constancia; y la honradez que nos caracteriza, luego un factor muy importante, saber integrarnos al medio donde viviéramos. Así como hablo de los más jóvenes, también me refiero a nuestros adultos, hombres y mujeres. Tanto nos integramos a ese diferente ambiente social, que muchos nos quedamos allá para siempre y si no, esas experiencias las guardamos con cariño en el corazón. Bueno, eso era antes. Hoy sólo pensarlo, el tener que ir a Venezuela, por ejemplo, habría que pensarlo mucho. Aquello está muy mal, en todos los sentidos. Me ahorro más lamentables comentarios.

Sudamérica es muy grande y hay países donde se puede vivir y trabajar con más garantías. Antiguamente era Venezuela el país más prometedor, desde todo punto de vista... Cuando yo llegué allá había ochocientos mil parados, o sin trabajo; y aquello era un hervidero de extranjeros trabajando duro, como decimos aquí, de sol a sol y hasta con la luz eléctrica prendida. Todas las noches trabajando en la construcción, italianos y portugueses. De nuestras Islas abundaban los campesinos, aunque hubo un número considerable de personas ilustres en todas las ramas del Arte y las Ciencias y un amplio círculo de distinguidos de las ramas políticas y económicas.

Resumiendo, el que quería trabajar podía escoger, prácticamente, después de escalar oportunidades, aquello que más le gustara. Repito, eso era antes, cuando no se viajaba como hoy, con billetes de ida y vuelta, por si no les gusta el nuevo ambiente poder retornar. No viajábamos en avión y a veces los barcos eran poco recomendables, pero no había otra forma y lo soportábamos todo con tal de cambiar de calidad de vida.


Salir de casa con el equipaje necesario para ir algún lugar desconocido es una aventura imprevisible, ir a donde no sabemos lo que nos espera desde que partimos… Eso lo saben quienes hayan viajado, no de vacaciones, a trabajar si es que consiguen trabajo y si no, luchar contra las distintas adversidades que reserve la vida, esas sorpresas inesperadas que a veces  marcan para toda la vida. Salir de casa lleno de ilusiones y proyectos, queriendo coger al Mundo con nuestras propias manos, si no hay buena suerte ese Mundo se vira en contra de las escasas posibilidades que surgieren. Por eso digo y repito, siento lástima al saber que tantos muchachos y no tan muchachos, se vean obligados a salir de su tierra a probar esa hipotética suerte de la que tantos otros presumen. Es evidente que hay que moverse y desafiar a todas esas negaciones que nos cuestionan. No tirar la toalla sin antes haber agotado todas las posibilidades y hasta las contrariedades que hubieran surgido. Lo realmente cierto e importante, es que si no hay constancia nada se puede esperar de nuestros esfuerzos. Lo que se consiga poco a poco es más seguro que aquello que te viene a las manos sin habértelo esperado ni propuesto. Lo que cueste mucho conseguir le damos el verdadero valor que tiene. Y lo cuidamos más que nada. No hay momentos malos que duren toda la vida del hombre y la esperanza es nuestra mejor consejera.



Celestino González Herreros
         celestinogh@teleline.es




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