13/4/13

CUANDO LA LUNA EN LA NOCHE OSCURA SE ESCONDE





Ya los duendecillos de mi imaginación abrieron sendas ventanas de aquel fantástico castillo; ya la Luna se escondió y en breve la luz de la aurora matinal inundará el lugar donde me hallo, a oscura mi mente aún, pero ya desperezándose mis aturdidos sentidos como queriéndome alinear y cuadrarme frente a la evidente inspiración que está por llegar. En cuanto las luces del Sol aclaren el nuevo día, saldré de mi madriguera a juntarme con mis musas y a buscar entre mis duendes quiméricos hechizos o salvajes fantasías. Y el agua cristalina que baja alegre, ladera abajo, de la fuente inspiradora. O los distintos arroyuelos llevando el mensaje de la vida hasta los apartados rincones soñados buscando en la lejanía la paz perdida.

Mi pluma se deslizará sobre el blanco papel por la misma intuición movida, debe ser la influencia engendrada por los duendecillos que asoman.

Mi espíritu, a veces pienso, si será también como el de otro duende, inseguro de mí mismo, que me obliga a escribir cuantas cosas, gusten o no gusten, pero que me liberan sosegadamente, tantas veces en aras del amor…


Los distintos conceptos que el hombre tenga de la vida, en verdad no corresponden siempre con la realidad. Cada cual piensa de acuerdo a sus convicciones, sufre tropiezos o se le hace llano el camino. Puede, a veces, parecer una fantasía, producto de la imaginación, pero la evidencia casi siempre suele ser otra.


De acuerdo a las comunes suposiciones e intuiciones de cada cual, siempre hubo causes indestructibles que llaman la atención e invitan a seguir esas huellas indelebles conductoras del persistente deseo.

Algún día sabremos qué andábamos buscando; y no será por pura casualidad, andaremos juntos cuando nuestras respectivas vidas converjan en el mismo lugar y no será aquel donde nos separamos, sin que aún sepamos la razón que nos confundió, apartándonos tan lejos y por tanto tiempo.


Celestino González Herreros
celestinogh@teleline.es



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