MATICES DE NUESTRA LIBERAL SOCIEDAD
La comunicación familiar, lamentablemente, en los tiempos que vivimos, se ha visto mermada, o lo que es lo mismo, distanciada de acuerdo a los principios de aquellos tiempos pretéritos, cuando la familia era como una piña y predominaba el respeto común, la solidaridad entre todos sus miembros y aquel deseo unánime de ayudarse mutuamente y en el sentido que fuera.
Pueden decirme que soy un viejo nostálgico, pueden decir de mis apreciaciones que son anticuadas, que me quedé estacionado en aquellos tiempos pasados, que hoy estoy desfasado… No lo creo y es más, alguna vez lamentaremos, si antes ya no lo hemos hecho, que la forma de vida que llevamos a ningún buen término nos conducirá. Estamos abocados a vivir aisladamente, sin sentimientos propios, solos, sin recibir siquiera una sola palabra de consuelo cuando tanto la necesitemos, cuando nos veamos derruidos, en el suelo, solicitando una mano que nos ayude a levantarnos; y cada transeúnte al pasar por nosotros, murmure para sí: ¡Es un viejo, de nada nos sirve!.. ¡Déjenlo en el suelo, solo!..
Respetables lectores, no es una utopía, ya casi se está viendo y la idea de que ese abandono siga, hace que sienta verdadero pánico.
Hay una ceguera tal, en la actualidad, salvo algunas excepciones, que les impide ver lo que es normal y ni escuchan las razones ajenas. Ver aquello que viene de viejo, nuestras herencias e identidades personales. Estos, irremisiblemente, descienden los frágiles peldaños de la desvergüenza para hallar en el sucio suelo de sus burdas opiniones el fango de la ignorancia y la basura de sus bajas pasiones. ¡Anarquismo total! Deseos de venganza contra ellos mismos. Crueles enfrentamientos contra aquellos que dieron tanto… Insolidaridad humana, incapacidad de asimilación, de comprensión. Algunos prefieren morir como perros callejeros, a llegar a reconocer cuáles han sido sus debilidades, sus errores e innecesarias traiciones, ante todo, hasta con los propios autores de sus vidas. Añado más, no todos son iguales.
Dicho lo dicho, no sé que siento en realidad después de haber sido sincero conmigo mismo y por ende, con quienes leen en estos momentos mis naturales apreciaciones. Me gustaría dejar siquiera, un simple precedente, algo escrito que contribuyera de alguna manera a que recapaciten aquellas personas que viven tan equivocadamente, que no vean en mí un líder, ni mucho menos, pero que no olviden mis palabras cuyo mensaje, en todo momento, haya sido conciliatorio. Cada cual que juzgue a su propia conciencia y en consecuencia procedan. No podemos seguir ignorando nuestros principios, las doctrinas de nuestros viejos que siempre fueron hombres ejemplares; y mucho menos, no sigamos imitando las distintas corrientes exteriores e influyentes, algunas equivocadas. Que de todo ha venido y, además, por que siempre hemos sido proclives a imitar lo de afuera, aunque sea malo y es necesario reparar en ello. Ese ha sido, tal vez, el peor de los errores que hayamos cometido siempre, creer que lo nuestro vale menos.
Celestino González Herreros
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