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No puedo, o no sé callarme ante tanta desidia, y perdónenme aquellos por culpa de los cuales siento tanto rubor y vergüenza ajena. Es inadmisible soportar la insoportable, tener que callar… Es como si pretendieran que uno llegara a acostumbrarse a vivir rodeado de basura… Lo único que podría disculpar la triste imagen de nuestra ciudad es la circunstancial condición de que con nosotros viven muchas culturas diferentes, convecinos y visitantes transeúntes, una amplia gama de individuos de ambos sexos y edades que se mueven en todos los sentidos y con diferentes conceptos de lo que es cultura cívica.
Todo lo tiran al suelo y, como días más días se van acumulando esos desperdicios, caminar a veces se hace difícil sin tener que tropezar con latas vacías de coca-cola, cerveza, botellas vacías de agua potable, vasos de cartón, de yogures, caca de perros, etc. Así mismo, repugnantes manchas de “meadas” (digamos de cuadrúpedos) acumuladas varios meses y esperando a que llueva, se supone. Los perros andan a su aire, sin dueños, pero sí, plena libertad para hacer sus necesidades fisiológicas donde más les apetezca. Y, ahí te dejo eso para recreo de propios y extraños y miles de cámaras fotográficas almacenando material fotográfico para publicarlo en sus países de origen.
Las Plazas públicas, Parques Infantiles, Paseos y Alamedas, todo es de ellos. No podemos sentarnos a disfrutar de los árboles su grata sombra, las plantas y las flores, todo huele mal y las moscas se posan atontadas sobre nosotros.
Gatos, perros, palomas y ratas, todos viven a sus anchas, “defecando” a diestra y siniestra, como si fuera normal que vivamos entre animales y admitamos sus despojos aunque no nos gusten...
Ayer salí a dar un paseo, a pié, y tuve que regresar a mi casa, tan pronto como pude e indignado como siempre que me enfrento al evidente y calamitoso estado en que se encuentra mi querido Puerto de la Cruz. ¡Cómo lo tienen abandonado! Todo descuidado. Y hablo del centro de la ciudad. Los pavimentos de muchas de las calles y aceras, sucias y rotas, con el mayor de los desprecios hacia quienes tenemos un concepto diferente del orden urbano, de la sensibilidad humana de los nuestros y de aquellos que nos visitan, aunque no todos entramos en el mismo talego. Fíjense a dónde llega la dejadez, señales de tráfico que las empujamos suavemente y se mueven como si fueran a caerse al suelo; y farolas del alumbrado eléctrico. El abandono se ha generalizado de tal manera que ha llegado también a los Barrios que siempre están mejor cuidados, por aquello de los votos… Pero sí, es patente que el entusiasmo se detuvo en cuanto se lograron los objetivos perseguidos por nuestros ávidos políticos. Ya nada representa tenerlo todo adecentado, dar ejemplo de madurez política, trabajar concienzudamente para tenerlo todo lo mejor presentable, darle a la ciudad de Puerto de la Cruz la imagen que le corresponde, de progreso y bienestar económico, político y social, no las sombras de una triste muerte largo tiempo anunciada… Que hoy tan lejos está de ser un destino competitivo desde el punto de vista turístico, habiendo otros destinos más transparentes y mejor organizados para atraer capitales foráneos que son los que generan trabajo y la ilusión perdida de tantas empresas expectantes…
Y, los mismos visitantes, que viendo los pueblos y ciudades esmeradamente atendidos y preocupados por embellecerlos, hasta cuidan más las distintas estructuras, como algo propio y necesario para la mejor convivencia. El orden siempre inspira orden y la desidia abandono.
Aún no he dicho de quién es la culpa, ni me aventuro a decirlo, no es a mí a quién corresponde señalar, aunque no es necesario estrujarse los sesos para entenderlo. Mejor no quieramos saberlo, nada ganaríamos con ello, ya que los culpables lo saben mejor que nadie y conocen nuestras quejas desde hace muchos años consecutivos y sin tregua alguna.
¡Lo más triste es ver morir al Puerto de la Cruz!..Tanta pasividad e indiferencia, de verdad, preocupa…
Díganme, ¿tengo o no, razones suficientes para sentirme tan molesto? ¿Acaso, leyendo mis quejas, que no son denuncias, no son las mismas quejas que hemos venido callando cobardemente y siempre por razones obvias? ¿No sienten lástima también?.. Pienso que todos hemos sido culpables, antes por haber callado tanto tiempo. Por ser tolerantes. Y luego, por haber perdido la ilusión ciudadana desaprovechando cuántas oportunidades hemos tenido, por que nos hemos dormido sobre los laureles…
Celestino González Herreros
Puerto de la Cruz. 26 de julio de 2.011
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No puedo, o no sé callarme ante tanta desidia, y perdónenme aquellos por culpa de los cuales siento tanto rubor y vergüenza ajena. Es inadmisible soportar la insoportable, tener que callar… Es como si pretendieran que uno llegara a acostumbrarse a vivir rodeado de basura… Lo único que podría disculpar la triste imagen de nuestra ciudad es la circunstancial condición de que con nosotros viven muchas culturas diferentes, convecinos y visitantes transeúntes, una amplia gama de individuos de ambos sexos y edades que se mueven en todos los sentidos y con diferentes conceptos de lo que es cultura cívica.
Todo lo tiran al suelo y, como días más días se van acumulando esos desperdicios, caminar a veces se hace difícil sin tener que tropezar con latas vacías de coca-cola, cerveza, botellas vacías de agua potable, vasos de cartón, de yogures, caca de perros, etc. Así mismo, repugnantes manchas de “meadas” (digamos de cuadrúpedos) acumuladas varios meses y esperando a que llueva, se supone. Los perros andan a su aire, sin dueños, pero sí, plena libertad para hacer sus necesidades fisiológicas donde más les apetezca. Y, ahí te dejo eso para recreo de propios y extraños y miles de cámaras fotográficas almacenando material fotográfico para publicarlo en sus países de origen.
Las Plazas públicas, Parques Infantiles, Paseos y Alamedas, todo es de ellos. No podemos sentarnos a disfrutar de los árboles su grata sombra, las plantas y las flores, todo huele mal y las moscas se posan atontadas sobre nosotros.
Gatos, perros, palomas y ratas, todos viven a sus anchas, “defecando” a diestra y siniestra, como si fuera normal que vivamos entre animales y admitamos sus despojos aunque no nos gusten...
Ayer salí a dar un paseo, a pié, y tuve que regresar a mi casa, tan pronto como pude e indignado como siempre que me enfrento al evidente y calamitoso estado en que se encuentra mi querido Puerto de la Cruz. ¡Cómo lo tienen abandonado! Todo descuidado. Y hablo del centro de la ciudad. Los pavimentos de muchas de las calles y aceras, sucias y rotas, con el mayor de los desprecios hacia quienes tenemos un concepto diferente del orden urbano, de la sensibilidad humana de los nuestros y de aquellos que nos visitan, aunque no todos entramos en el mismo talego. Fíjense a dónde llega la dejadez, señales de tráfico que las empujamos suavemente y se mueven como si fueran a caerse al suelo; y farolas del alumbrado eléctrico. El abandono se ha generalizado de tal manera que ha llegado también a los Barrios que siempre están mejor cuidados, por aquello de los votos… Pero sí, es patente que el entusiasmo se detuvo en cuanto se lograron los objetivos perseguidos por nuestros ávidos políticos. Ya nada representa tenerlo todo adecentado, dar ejemplo de madurez política, trabajar concienzudamente para tenerlo todo lo mejor presentable, darle a la ciudad de Puerto de la Cruz la imagen que le corresponde, de progreso y bienestar económico, político y social, no las sombras de una triste muerte largo tiempo anunciada… Que hoy tan lejos está de ser un destino competitivo desde el punto de vista turístico, habiendo otros destinos más transparentes y mejor organizados para atraer capitales foráneos que son los que generan trabajo y la ilusión perdida de tantas empresas expectantes…
Y, los mismos visitantes, que viendo los pueblos y ciudades esmeradamente atendidos y preocupados por embellecerlos, hasta cuidan más las distintas estructuras, como algo propio y necesario para la mejor convivencia. El orden siempre inspira orden y la desidia abandono.
Aún no he dicho de quién es la culpa, ni me aventuro a decirlo, no es a mí a quién corresponde señalar, aunque no es necesario estrujarse los sesos para entenderlo. Mejor no quieramos saberlo, nada ganaríamos con ello, ya que los culpables lo saben mejor que nadie y conocen nuestras quejas desde hace muchos años consecutivos y sin tregua alguna.
¡Lo más triste es ver morir al Puerto de la Cruz!..Tanta pasividad e indiferencia, de verdad, preocupa…
Díganme, ¿tengo o no, razones suficientes para sentirme tan molesto? ¿Acaso, leyendo mis quejas, que no son denuncias, no son las mismas quejas que hemos venido callando cobardemente y siempre por razones obvias? ¿No sienten lástima también?.. Pienso que todos hemos sido culpables, antes por haber callado tanto tiempo. Por ser tolerantes. Y luego, por haber perdido la ilusión ciudadana desaprovechando cuántas oportunidades hemos tenido, por que nos hemos dormido sobre los laureles…
Celestino González Herreros
Puerto de la Cruz. 26 de julio de 2.011
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