18/12/10

Miércoles 15 de diciembre de 2010 - MI REENCUENTRO CON TENERIFE

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Ahí están mis cordilleras, mi mar y su cielo azul. Ese Teide tan amado, ya vestidos de blanco, los penachos de sus accidentados barrancos y las crestas de las montañas adyacentes. Guía y faro de los navegantes; vigía que contempla el paso de los milenios.

Las faldas de los montes y los arrecifes, que rompen las espumosas olas de este mar bravío, que cuando amaina acaricia y baña la Isla toda, besando sus playas de arenas negras, donde arriban muchas veces las graciosas caracolas, ¿y porqué no?, a donde llegan ecos del canto de sirenas... Playas tranquilas, soleadas y románticas.

Contemplando la más próxima, desde la ventana de mi casa, por las noches, aparecían siempre las mismas imágenes. Sobre la mar rielaba la tenue luz de los mechones encendidos de las barquitas que salían a faenar, eran como pequeños puntos luminosos, igual que si fueran luciérnagas en la lejanía, flotando sobre la inmensidad del mar.

Acuden a mi mente lugares entrañables, como fueron los caminos de La Fuente de Martiánez, el paseo de Las Palmeras, que era la ruta obligada para llegar a la tranquila Playa de Martiánes, aunque hoy tenga en su entorno un perfil diferente; ahí estaba siempre esperándonos. Reencuentro de emociones, el pasado y el presente... Hoy me pierdo en una nueva ciudad de luces y atractivos turísticos, de bellos edificios, comercios por doquiera, salas de fiestas, elegantes discotecas y mucho movimiento urbano. Este no es el Puerto de la Cruz aquel, plácido, de luces opacas de la posguerra, del racionamiento y contados con los dedos de la mano, aparecían algunos coches. Me siento extraña, todo para mí es nuevo. Cuando me muevo por la ciudad, en ocasiones pregunto: ¿Donde estoy? Y me responden: - En la calle Pérez Zamora, por ejemplo. Entonces sí. Reconozco la casa donde viví de niña. Solo poseo unos puntos de referencia o partida en este nuevo Puerto deslumbrante. La antigua Casa de La Real Aduana. Esta referencia me parece fría, si recuerdo la de aquel entonces, calle de Las Lonjas número 1, dirección de las cartas que recibíamos de nuestros abuelos y tíos desde Cuba. En esta casona residieron personas que dieron calor a esas paredes que guardan alegrías y tristezas. Sólo puedo recordar a los que un día allí vivieron, mi abuelo Luis Herreros González, con sus hijos Luis, María Candelaria, José y Oscar, de los que vive José Herreros Peña. Del segundo matrimonio contraído con Emilia Reyes Hernández, mi abuelo dejó también tres hijas, a saber, Emma, Rosalía y Emilia. Con el transcurso de los años fue ocupada por mi padre Luis Herreros Peña y Juana Álvarez Ramón, con sus hijos Mary, Esther, Berta y Luis Herreros Álvarez, fallecido recientemente en Venezuela. Juana Álvarez, pintora destacada de acuarelas y óleos, expuso sus obras en ese País hermano, en varias ocasiones, por Ej. en Barquisimeto, en la residencia del Doctor en medicina don Leoncio Estévez Merino, también destacado artista de la pintura, orotavense él; en el Iltre. Colegio de Médicos y otras en la misma capital larense. Méritos logrados que no deben quedar en el anonimato, siendo hija de este Puerto de la Cruz.

Recientemente, tuve la suerte de visitar esa casa tan querida, por la gentileza del señor Don Agustín Gabriel Baillon, hoy dueño de la misma, el cual ama tal reliquia y me dijo con firmeza: -Le prometo, que, mientras viva, esta se conservará -. A lo que le respondí: Su casa es y será un Museo.

Subía los peldaños de la amplia escalera de acceso a la vivienda, el sonido peculiar de las máquinas de las impresoras de la Imprenta, llegaban hasta mí, muy perceptiblemente, el de la guillotina cortando las tiradas impresas, la actividad de las horas de trabajo. Asimismo, las ventanas abiertas entrando el Sol a raudales. Oía en el eco de mis añoranzas, mi voz, al clamar: ¡madre!... que se desvanece en la oscuridad de los años. Elevé la mirada hacia el granero y me pareció ver a mi palomo, al que mi padre llamó Pancho. Esta ave que acostumbraba a posarse sobre mi hombro, que me buscaba, recuerdo hacía unos días que no salía de mi habitación por estar yo enferma y hasta allí fue a buscarme, dándome su mejor arrullo sentimental en mis momentos de aflicción.

Los acercamientos nostálgicos de aquel añorado pasado hacen sentirme un tanto dolida, quisiera llorar de sentimiento viendo todo tan lejos, pero aquí está mi dulce presente y me hallo rotando por las calles de mi añorado puertito de curtidos y admirados marinos. Distanciándome hacia ese ayer lejano, y dirigiendo mi ansiosa mirada a lugares de entonces, tiernamente amados, veo que ya no está la Fabrica de Hielo de Don Antonio Castro, la Ciudadela del Muelle, la casona de El Sindicato, Yeoward, la Viuda Yánez, la vieja Pescadería, etc. Lugares transitados mentalmente tantas veces, resquicios de aquel pueblito pintoresco y cordial que no se apartan de mí, por más que el destino me aleje de su grato calor.

La Plaza de El Charco, otro lugar de irrenunciables vivencias, en ella, estoy dando riendas sueltas a tantas y cálidas emociones del pasado, donde de pequeña jugaba; y en mi adolescencia fue escenario de las bellas ilusiones contraídas, y con el paso del tiempo, aun prevalecen esos recuerdos. Luego, hablemos ahora del Circulo Recreativo Iriarte, su hermosa biblioteca siempre concurrida por los numerosos socios, y que, también viene a colación decir, cuando esa Sociedad abrió las puertas de sus salones para elegir las Misses de nuestras bellezas canarias, bailes en días festivos, de máscaras, blanco y negro y aquellos recordados bailes infantiles del Carnaval. Hubo encuentros en ese destacado y romántico recinto, que muchos recordamos como los más felices de toda esta agradecida permanencia... Cuando la Patria necesitó de sus salones, ellos fueron testigos, que señoras y jóvenes, de las que recuerdo, a Doña Manuela Miranda, en tiempos de guerra, cuando tejíamos suéter, pasamontañas, se preparaban vendas, entre otras prendas de primera utilidad, dedicaban su mejor tiempo con solidaria pasión. También se embalaban aguinaldos y se enviaban paquetes a los chicos del Puerto de la Cruz que luchaban en el Frente de Liberación Nacional. Igualmente en el Cine-Teatro Tophan, con la misma finalidad, se representaban obras de zarzuelas, teatro, reuniones fin de fiesta, juegos florales, etc., dicho sea también, en los que intervenían niñas de esta ciudad, ensayadas por señoras competentes en estos menesteres. La Orquesta la componía músicos locales.

Hoy no me canso de andar por aquellos viejos rincones, me resisto a tener que apagar esta antorchita ilusionada que da lumbre en mi añoso corazón. Me detengo frente al Cinema Olimpia, frente a la Plaza de El Charco, justamente al lado de la imponente y atractiva casona EL Capitán, que recientemente a recobrado su primitiva nominación "Isla de enfrente"; entonces, no lejos de Iriarte, transito esa emblemática acera con la ilusión de aquella edad, casi corriendo, para alcanzar al grupo de amigas que hablaban de ir al baile... Todo son pinceladas del ayer que se asoman a mi mente y obviamente, no puedo reflejarlas tal y como quisiera, porque no alcanzaría el níveo "lienzo" de estas cuartillas... Aun sigo trepándome, en lontananza, por el vetusto callejón de Las Lonjas, que es la llamada Casa de Miranda (¿?) y que perteneció a mis antepasados.

Voy dejando atrás, sigilosamente, la estela melancólica de los recuerdos aquellos, son la parte más hermosa de mi pasado, para poder disfrutar plenamente de mi estancia en Tenerife, que, aunque hoy sea tan diferente, sus abundantes encantos no mueren y me deleitan enormemente. Así disfruto de mi querida isla y la veo, palpablemente, inmersa en sus atractivos encantadores, el embrujo de su silencio bucólico y a la vez, también, la bulla folklórica del movimiento turístico que tanto impera en esta inigualable ciudad cosmopolita. Aunque siga recordando cosas y situaciones, como si de un grato sueño se tratara, voy soñando mientras camino... Por supuesto, seguiré añorando aquel viejo entorno de humildes pescadores.

En el presente escrito, quiero manifestar mi agradecimiento a todos aquellas personas, señalando con inmenso cariño, ante todo, y por razones obvias, a mi tío José Herreros Peña, luego al resto de mis familiares y tantos buenos amigos y amigas, que han hecho posible esta deliciosa estancia mía en Tenerife, después de largísimos años de ausencia, por la acogida cariñosa de que he sido objeto por todos.



MARY HERREROS ÁLVAREZ

Puerto de la Cruz. 28 de Diciembre de 1.995
Publicada en el Periódico El Día. Tenerife

Desde entonces han transcurrido muchos años, mi prima Mery viajó a la Perla del Caribe (Cuba) y allí contrajo matrimonio, tuvo familia y vivió muchos años en aquella ensoñadora isla, luego vivió en Venezuela y ahora se halla en Santo Domingo, República Dominicana.

Sinceramente, el contenido de su escrito, claramente, deja entrever su gran amor por su Puerto de la Cruz y lo expresa profundamente con sus nostálgicas palabras, añorando todo aquello que hemos perdido y ponderando la nueva y alegre ciudad donde reposan tantos recuerdos suyos…

La foto que ilustra este trabajo es ella, unos días antes de partir para la Habana, está preciosa.

CELESTINO GONZÁLEZ HERREROS
http://www.celestinogh.blogspot.com
celestinogh@teleline.es

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