.
Poco a poco, ha ido cambiando la sensibilidad de las gentes, respecto al modo de entender los vínculos sociales, cuáles han de ser, para preservar la buena convivencia que siempre hemos disfrutado. La solidaridad, el mutuo respeto entre las personas y la consideración consiguiente que todos merecemos. Casi sin darnos cuenta, se fue apoderando de nosotros en la sociedad un sentimiento extraño que nos ha ido distanciando, creando un ambiente de hostilidad e indiferencia, verdaderamente preocupante.
Quienes más cerca advertimos tal diferencia somos las personas entradas en años, los más jóvenes, dado que han ido creciendo en este distinto ambiente, casi no lo notan, no han conocido otro mejor, con suerte, eso si, lo que en el seno familiar hayan conocido. Pero muchas veces ni eso, que para imitar les resultó siempre lo más fácil, aquello que se aprende en la calle. A los viejos nos bastan los buenos recuerdos, aquellas vivencias que compartimos placidamente, como si fueran luces que nos acompañan en el azaroso y oscuro camino que aún nos queda por seguir… Somos concientes de las diferencias que los tiempos han señalado.
Los que aún no son viejos, si llegaran a serlo, pensarán distinto, y tal vez. y recuerden quienes fuimos nosotros y nos comprendan mejor ya que los años pesan lo suyo.
Cuando llegamos a viejo, es evidente que se nota en nosotros la falta de ilusión, las desganas habituales y las mermadas fuerzas que nos vayan quedando. Pero ello no impide que lleguemos a comprenderlo y por ello declinemos un tanto. Protestones, a veces si, pero eso es por lo mismo, y hayamos transigido en varios sentidos; y ya sólo nos queda esperar…
Antes, para nosotros, los que miramos con atención donde pisamos, la vida era muy distinta; y por más que queramos transmitir a nuestros queridos vástagos, aquellos valores nuestros, ni ellos van a comprender y nosotros tampoco queremos insistir para no agrietar el camino, preferimos la paz…
Insisto, antes era tan hermosa la vida, pese a tantas privaciones y desconsuelos que tantas personas padecieron… Entonces si, podemos decir que eran tiempos difíciles, producto de aquella loca guerra civil española, pugna entre padres e hijos, entre hermanos y demás familiares y amigos, por el sólo hecho de pensar distinto. Pero nuestra gente supo superar esas trágicas situaciones y pese a ello, con su comprensivo gentilicio, también marcaron sus pautas y la sociedad decidió vivir la vida, sonreír alegremente, a pesar de tantas inconveniencias; y aquí estamos, como si todo hubiera sido una pesadilla. Me pregunto sin mala intención. ¿Para qué tantas muertes?
Aquellos momentos no debiéramos olvidarlos, tal y como están sucediendo tantos y muy preocupantes acontecimientos en el mundo entero, es bueno tener, o al menos no olvidar, aquellas visiones pretéritas, desde todo punto de vista despreciables, e ir asimilando con vistas a nuestro dudoso futuro y aprender cómo salir nosotros de la indeseable situación que nos tocó vivir. De hecho, somos los mejores maestros… Dios quiera que aquellos episodios no se repitan, ni para nosotros ni para el resto del mundo. Hasta hoy, desde entonces, hemos vivido “alegremente” en la abundancia la mayoría de las gentes, pero desordenadamente, como si todos fueran económicamente ricos y ahora ya quedan muy pocos de ellos -exceptuando los nuevos ricos- y los pobres han seguido siendo, en determinados casos, mucho más pobres.
Es necesario mentalizarnos, ser más coherentes y sin discusión alguna, aceptar la evidencia, sólo sí, es necesario trabajar, sin cuyo incentivo no hay progreso posible. Pero trabajar todos, sin privilegios absurdos y antidemocráticos y según cobran rendir más a la sociedad.
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
Quienes más cerca advertimos tal diferencia somos las personas entradas en años, los más jóvenes, dado que han ido creciendo en este distinto ambiente, casi no lo notan, no han conocido otro mejor, con suerte, eso si, lo que en el seno familiar hayan conocido. Pero muchas veces ni eso, que para imitar les resultó siempre lo más fácil, aquello que se aprende en la calle. A los viejos nos bastan los buenos recuerdos, aquellas vivencias que compartimos placidamente, como si fueran luces que nos acompañan en el azaroso y oscuro camino que aún nos queda por seguir… Somos concientes de las diferencias que los tiempos han señalado.
Los que aún no son viejos, si llegaran a serlo, pensarán distinto, y tal vez. y recuerden quienes fuimos nosotros y nos comprendan mejor ya que los años pesan lo suyo.
Cuando llegamos a viejo, es evidente que se nota en nosotros la falta de ilusión, las desganas habituales y las mermadas fuerzas que nos vayan quedando. Pero ello no impide que lleguemos a comprenderlo y por ello declinemos un tanto. Protestones, a veces si, pero eso es por lo mismo, y hayamos transigido en varios sentidos; y ya sólo nos queda esperar…
Antes, para nosotros, los que miramos con atención donde pisamos, la vida era muy distinta; y por más que queramos transmitir a nuestros queridos vástagos, aquellos valores nuestros, ni ellos van a comprender y nosotros tampoco queremos insistir para no agrietar el camino, preferimos la paz…
Insisto, antes era tan hermosa la vida, pese a tantas privaciones y desconsuelos que tantas personas padecieron… Entonces si, podemos decir que eran tiempos difíciles, producto de aquella loca guerra civil española, pugna entre padres e hijos, entre hermanos y demás familiares y amigos, por el sólo hecho de pensar distinto. Pero nuestra gente supo superar esas trágicas situaciones y pese a ello, con su comprensivo gentilicio, también marcaron sus pautas y la sociedad decidió vivir la vida, sonreír alegremente, a pesar de tantas inconveniencias; y aquí estamos, como si todo hubiera sido una pesadilla. Me pregunto sin mala intención. ¿Para qué tantas muertes?
Aquellos momentos no debiéramos olvidarlos, tal y como están sucediendo tantos y muy preocupantes acontecimientos en el mundo entero, es bueno tener, o al menos no olvidar, aquellas visiones pretéritas, desde todo punto de vista despreciables, e ir asimilando con vistas a nuestro dudoso futuro y aprender cómo salir nosotros de la indeseable situación que nos tocó vivir. De hecho, somos los mejores maestros… Dios quiera que aquellos episodios no se repitan, ni para nosotros ni para el resto del mundo. Hasta hoy, desde entonces, hemos vivido “alegremente” en la abundancia la mayoría de las gentes, pero desordenadamente, como si todos fueran económicamente ricos y ahora ya quedan muy pocos de ellos -exceptuando los nuevos ricos- y los pobres han seguido siendo, en determinados casos, mucho más pobres.
Es necesario mentalizarnos, ser más coherentes y sin discusión alguna, aceptar la evidencia, sólo sí, es necesario trabajar, sin cuyo incentivo no hay progreso posible. Pero trabajar todos, sin privilegios absurdos y antidemocráticos y según cobran rendir más a la sociedad.
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario