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La verdad es otra bien distinta, la triste y conmovedora verdad de una realidad cruda e hiriente.
Cuando gozamos plenamente los encantos de la vida cotidiana, siendo fuertes, sin necesidades imperiosas, teniéndolo todo: el calor de una familia y la comprensión de todos los miembros que la componen, cuando llegamos así a viejo es algo así como ser afortunados. Mientras la añosa pareja permanece unida, mal o bien, saben salir adelante por sus propios medios; pero cuando uno de los dos falta, si no hay medios económicos suficientes y "resignación cristiana", todo cambia entonces. Se rompe un viejo corazón en mil trozos que se desperdigan para siempre... Y queda un vacío que nadie llena ni comprende mientras no lo esté sufriendo en propia carne. Bien es cierto, de que hay gente mayor con caracteres especiales y saben sobre ponerse a esos avatares y situaciones adversas, que luchan hasta el final enfrentándose al dolor, a la soledad...
Y, ¿aquellos más débiles? La verdad es bien distinta, repito, la triste y conmovedora verdad. De antemano, la Sociedad trata de desentenderse de ellos, e incluso, hasta los propios hijos, en muchos de los casos. Y si los viejos han perdido sus facultades síquicas, físicas o sensoriales, ese ser humano está condenado a sufrir todas las ingratitudes y desconsideraciones que la crueldad del hombre pueda propinar. ¡Qué desencanto tan cruel!
Ya estoy temiendo envejecer... Me gustaría irme antes que esa fase de la vida me llegue. Veo con cierto pesimismo y a la vez pánico la dura realidad de esos momentos. Porque llegar a viejo, en esta egoísta y frívola Sociedad es un " peligro" de consecuencias irreversibles. La Humanidad ha dejado de pensar que también envejecerá y correrá la misma suerte. Claro, que en mi caso, teniendo la familia más acreedora de confianza, es imposible pensar en tantos atropellos que suele uno imaginarse...
Hay millones y millones de viejos viviendo sobre la piel de nuestro Planeta, que sufren el señalado desencanto, lo sabemos todos, que mueren en el más desolador abandono, de hambre, de frío y lo que es más triste aún, de pena y tantos desengaños acumulados en los años de sus vidas, cuando comenzaron a fallarles las fuerzas, cuando la vieja máquina dejó de dar sus abundantes beneficios de cuando el hombre generaba bienestar para los demás.
Cómo me gustaría, ser lo suficiente inteligente o tener " influencias..." suficientes, para llegar al corazón de la gente y lograr despertar un sentimiento distinto que sea capaz de hacer entender esa triste realidad que sufren las personas ancianas, que sólo esperan cariño y comprensión para luego morir en la creencia de que sí han sido considerados con justicia, " que hemos agradecido siempre cuanto hicieron y lucharon por nosotros", que siempre les hemos respetado. Y que cuando, nosotros lleguemos a viejos, sigamos viviendo ilusionados y no suframos de la indiferencia de los propios familiares, amigos y conocidos. Que nos dejen vivir dignamente hasta el final de nuestros días.
Y, ¿que decimos de esos niños abandonados? Otro problema social del mundo, que también conocemos todos, ¡que los están matando como ratas! por que son muchos e incontrolables... En verdad, uno llega a cansarse de tantas injusticias, parémonos a pensar por un momento, cerremos los ojos, ¿cuántos viejos y cuántos niños están muriendo en este mundo cruel, de hambre, frío y enfermedades? Por las guerras que son las que generan tanta perdición y la deshumanización del hombre, que piensan más en sí que en los demás. Esto no puede continuar así, el hombre desafía a Dios, le provoca constantemente, no le obliguemos tanto.
¿Por qué no se habla más de esto?, ¿por qué no se chilla y se denuncia la triste realidad de esas incongruencias sociales y se lucha por correr de los ojos la tupida venda que ciega a la Humanidad?
¡Cómo me gustaría ser lo suficientemente influyente!, repito. Pero sólo soy un pobre hombre que en estos momentos sufre, como ustedes y nadie sabe cuánto, al sabernos tan poca cosa ante la evidencia, y sabernos tan indefensos.
Creo que sólo Dios podría arreglar todo esto, esta desolación que vive gran parte de la Humanidad... Que baje a la Tierra y nos oriente, que castigue nuestras debilidades, que son la causa de tanta desazón y dolor, por que iremos peor de seguir así.
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
Cuando gozamos plenamente los encantos de la vida cotidiana, siendo fuertes, sin necesidades imperiosas, teniéndolo todo: el calor de una familia y la comprensión de todos los miembros que la componen, cuando llegamos así a viejo es algo así como ser afortunados. Mientras la añosa pareja permanece unida, mal o bien, saben salir adelante por sus propios medios; pero cuando uno de los dos falta, si no hay medios económicos suficientes y "resignación cristiana", todo cambia entonces. Se rompe un viejo corazón en mil trozos que se desperdigan para siempre... Y queda un vacío que nadie llena ni comprende mientras no lo esté sufriendo en propia carne. Bien es cierto, de que hay gente mayor con caracteres especiales y saben sobre ponerse a esos avatares y situaciones adversas, que luchan hasta el final enfrentándose al dolor, a la soledad...
Y, ¿aquellos más débiles? La verdad es bien distinta, repito, la triste y conmovedora verdad. De antemano, la Sociedad trata de desentenderse de ellos, e incluso, hasta los propios hijos, en muchos de los casos. Y si los viejos han perdido sus facultades síquicas, físicas o sensoriales, ese ser humano está condenado a sufrir todas las ingratitudes y desconsideraciones que la crueldad del hombre pueda propinar. ¡Qué desencanto tan cruel!
Ya estoy temiendo envejecer... Me gustaría irme antes que esa fase de la vida me llegue. Veo con cierto pesimismo y a la vez pánico la dura realidad de esos momentos. Porque llegar a viejo, en esta egoísta y frívola Sociedad es un " peligro" de consecuencias irreversibles. La Humanidad ha dejado de pensar que también envejecerá y correrá la misma suerte. Claro, que en mi caso, teniendo la familia más acreedora de confianza, es imposible pensar en tantos atropellos que suele uno imaginarse...
Hay millones y millones de viejos viviendo sobre la piel de nuestro Planeta, que sufren el señalado desencanto, lo sabemos todos, que mueren en el más desolador abandono, de hambre, de frío y lo que es más triste aún, de pena y tantos desengaños acumulados en los años de sus vidas, cuando comenzaron a fallarles las fuerzas, cuando la vieja máquina dejó de dar sus abundantes beneficios de cuando el hombre generaba bienestar para los demás.
Cómo me gustaría, ser lo suficiente inteligente o tener " influencias..." suficientes, para llegar al corazón de la gente y lograr despertar un sentimiento distinto que sea capaz de hacer entender esa triste realidad que sufren las personas ancianas, que sólo esperan cariño y comprensión para luego morir en la creencia de que sí han sido considerados con justicia, " que hemos agradecido siempre cuanto hicieron y lucharon por nosotros", que siempre les hemos respetado. Y que cuando, nosotros lleguemos a viejos, sigamos viviendo ilusionados y no suframos de la indiferencia de los propios familiares, amigos y conocidos. Que nos dejen vivir dignamente hasta el final de nuestros días.
Y, ¿que decimos de esos niños abandonados? Otro problema social del mundo, que también conocemos todos, ¡que los están matando como ratas! por que son muchos e incontrolables... En verdad, uno llega a cansarse de tantas injusticias, parémonos a pensar por un momento, cerremos los ojos, ¿cuántos viejos y cuántos niños están muriendo en este mundo cruel, de hambre, frío y enfermedades? Por las guerras que son las que generan tanta perdición y la deshumanización del hombre, que piensan más en sí que en los demás. Esto no puede continuar así, el hombre desafía a Dios, le provoca constantemente, no le obliguemos tanto.
¿Por qué no se habla más de esto?, ¿por qué no se chilla y se denuncia la triste realidad de esas incongruencias sociales y se lucha por correr de los ojos la tupida venda que ciega a la Humanidad?
¡Cómo me gustaría ser lo suficientemente influyente!, repito. Pero sólo soy un pobre hombre que en estos momentos sufre, como ustedes y nadie sabe cuánto, al sabernos tan poca cosa ante la evidencia, y sabernos tan indefensos.
Creo que sólo Dios podría arreglar todo esto, esta desolación que vive gran parte de la Humanidad... Que baje a la Tierra y nos oriente, que castigue nuestras debilidades, que son la causa de tanta desazón y dolor, por que iremos peor de seguir así.
Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com
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