19/8/09

ALGUNA VEZ BEBERÁS SUS LÁGRIMAS DE AMOR Y FELICIDAD

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Sin pretender ser más breve que otras veces, me mueve un doloroso sentimiento, de repulsa y a la vez de compasión. El primero, por la repugnancia que siento al recordar cuanto daño le han hecho a la niña “Piedad”, queriendo ahogarla en su propia angustia, en su cruel indefensión y cuantas miserables formas de castigo que le han dedicado aquellos que son sus verdugos y los ejecutores de las injusticias más horrendas… El segundo sentimiento es, fundamentalmente, de gratitud a cuantos se han unido a favor de esa pobre criatura y su ejemplar madre preadoptiva, Soledad Perera Pérez, un gran santuario para “Piedad”, donde allí la esperan rogándole a Dios cada instante de todos los días, para poder tenerla nuevamente en sus brazos. Dándole todo el afecto y la felicidad que una vez inolvidable, sus crueles ejecutores le robaron despiadadamente. Y que no se lamenten, ellos… de tantas pesadillas, pensando en su pequeña víctima. Nunca más, aquellos sueños placenteros, los de sus verdugos, volverán a ser la fuerza reparadora para seguir viviendo. No habrá paz para ellos, aunque les brindemos nuestro perdón, porque nunca han sabido el terrible daño que han hecho…

Nosotros estaremos siempre con “Piedad” y la familia Perera, ejemplo de cristiana resignación, aunque se les esté rompiendo el alma. Resignación, porque saben, como ya les he dicho más de una vez: “Un día inesperado en el tiempo, pero designado por la Divina Providencia, volverá a llamar a vuestra puerta, en La Orotava, y aunque más mujercita, más alta y linda, gritará el nombre de ¡madre! Ya definitivamente. La familia de Sole Perera Pérez, que será para siempre la suya propia.

Aún sigo recogiendo firmas para adjuntarlas a esas 30.000 que ya tenemos. Las gentes se han volcado a favor de “Piedad”. Hasta el final de este delirio seguiré recogiéndolas y enviándotelas, querida Sole. Juntos seremos invencibles, que la verdadera justicia la dicta el pueblo… Los pueblos de nuestras islas, de la España Peninsular y buena parte del solidario extranjero.

Si, algún día llamará a tu puerta, sonriente y gruesas lágrimas cayendo dn sus ojos, soltando el llanto de la felicidad.
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Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com

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