30/4/11

NADA TAN HERMOSO PASA DESAPERSIVIDO

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No sé si son los años de esta permanencia mía en el pasaje de la vida lo que condiciona a mi espíritu. No sé si es el miedo que sentimos cuando pensamos si nos va a tocar, por mala suerte, la desgracia de ser, para los que han de cuidar de nosotros, carga alguna, cuando se nos vaya acercando la hora del más triste desenlace: dejar la vida para siempre, con todas sus miserias y tantos encantos...

Hablemos de la importante relación entre el médico y el enfermo... Los segundos, a quienes se les ve, a veces, como a un sentenciado objeto destinado a ser clasificado y luego a ser tratado fría y sistemáticamente, - frecuentemente - como un elemento más en el trabajo cotidiano, que a la par justifique los honorarios de los primeros, o el salario "acordado" de cada mes.

Esta reflexión personal que delata mis inquietudes actuales, ha sido quizás, la causa de este escape sentimental tanto tiempo contenido, y que mi experiencia profesional me permite argumentar. Por lo que uno ha visto y tristemente ha vivido... Quien refiere a los enfermos, en sus diferentes condiciones patológicas y circunstanciales, no olvida, en ningún momento, a los ancianos indefensos... Aquellos que lo dieron todo... Algunos que ya no saben ni a donde mirar en busca del necesario consuelo que les permita soportar los últimos coletazos de la brutal evidencia. Expectantes, cual ladrón al acecho de su próximo destino

No quiero que se interpreten mal mis palabras por cuanto digo. A lo que añado, eso sí, que de poco tiempo a esta parte, se viene percibiendo un halo inconfundible de grato humanismo por parte de los señores facultativos en el ejercicio de su funciones. Existen en las Islas Canarias, ejemplares médicos, de intachable conducta profesional y humana, hombres y mujeres, muchos de ellos, con una valiosísima preparación. Médicos que nada tienen que envidiar a los más renombrados o famosos de allende los mares. Sin embargo, los hay que dan lástima, que adolecen de ética profesional, por intransigentes, mal educados en todos los sentidos, indudablemente en el profesional, en el universitario, pues pasaron por la Universidad y la Universidad no pasó por ellos. Claro, son contados los casos, pero no dejan de ser lamentables. Algunos se creen dioses, los intocables de la sociedad. Y nada más incierto, son mal vistos y despreciados, sólo que no se dan cuenta, pero sabemos sus defectos morales. ¿Acaso, tanto cuesta ser humildes consigo mismo para entender mejor a los demás? Es cuestión de sopesarlo. Cada vez hay más médicos extranjeros en Canarias, algunos muy buenos, por cierto. Luego, mañana no se quejen... ¡Se prestan cariñosos a sus enfermos y familiares, sin distinciones ni privilegios!.. Eso da mucho que decir en su favor. Convencen y mitigan, en mucho, la deshumanización de la medicina actual. Nada tan hermoso pasa desapercibido.

Celestino González Herreros
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