16/11/12


LAS CIRCUNSTANCIAS NUNCA FUERON PROGRAMADAS SON APARECIDAS

En el mundo en que vivimos lleno de contradicciones, de sorpresas, a veces de sorpresas  agradables, ¿por qué no decirlo?, de amargos desengaños e injustos atropellos, no faltan aquellos detalles que mitigan, de alguna manera,  los desafueros o coletazos recibidos. Algunos, sin duda, sin merecerlos.

Pienso que todo ha ido cambiando paulatinamente, soterradamente, para que se note menos los cambios sufridos, y así, al cabo del tiempo, ni lo notamos. Aunque vayamos por los mismos atajos y nos saludemos, pero no apreciamos tanto las diferencias. Somos, a pesar de todo como números contabilizados. Ya lo vemos en nuestro DNI, en los códigos clínicos de la Seguridad Social, etc. Somos números de carne y hueso y demás elementos clínico-anatómicos, pero perfectamente identificables. Pronto la foto reglamentaria va a estar de más, los números hablan por si mismo. Sólo que aún no han pasado, presumiblemente, en aquello del género masculino y el femenino, para hacer unas diferenciaciones más concluyentes. Y me pregunto: ¿No será por el excesivo cambio de las partes y sus reflejos sexuales de una parte y de la otra? Sin embargo están enumerados y sin calificación alguna. Son los números los que mandan y muy pronto obviando las fotos… Es evidente que, en este polémico mundo en que vivimos, somos libres de escoger el camino apetecido, nadie nos lo va a impedir, pero también es lícito permitirle a quienes vivieron otros modos y conductas que puedan seguir disfrutándola, sin, claro está, sin interferir sus deseos y nuevas costumbres de los demás, mientras estos sepan respetar los sentimientos ajenos y la cultura de tantos milenios practicada.

El equilibrio de una Sociedad justamente se consigue a través del mutuo respeto, vivir y dejar vivir sin molestar a los demás. Lo lamentable es, cuando se reciben los elementos participativos, los unos como si fueran los únicos y los otros como si fueran más féminas que la propia mujer. Se pasan algunas veces en sus modales y expresiones, cuando en realidad no es necesario, siempre se les ve el plumero, aunque estén aún encerrados en su armario de cristal. Que lo uno respecto a lo otro es, como se comportan el aceite y el vinagre cuando los juntamos, que por más que lo intentemos, definitivamente, nunca se unen del todo.

Celestino González Herreros
           celestinogh@teleline.es

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