29/5/12

EL ÚLTIMO OCASOS DE LA VIDA ES LA MUERTE

Me resisto a creer que es cierto que ya no volverán a estar a nuestro lado, si no es con el pensamiento. ¡Me niego obcecadamente, ni quiero pensarlo! Somos tan frágiles que, llegado el momento, ni nos demos cuenta que dejamos de existir. A veces decimos: ¡Qué felicidad, no sufrió, ni se dio cuenta, ni pudo darnos el adiós postrero! Algunos se van sin borrárseles su dulce semblante. Como diríamos: Sin apenas despeinarse… En cambio otros sufren horribles calvarios, les cuesta mucho morir, sufren lo indecible y hacen sufrir involuntariamente, lo inconfesable. Es la suerte que a cada cual le toque.

Lamentable es que nos hacemos duros en algunas ocasiones, nos acostumbramos a eso de la muerte, como llega y nos lleva. A medida que nos vamos haciendo mayores lo vemos como lo que es, un hecho natural y suele decirse: ¡Ya descansó y su familia también. Ello, cuando han sufrido una enfermedad larga e irreversible. Es evidente que el enfermo deja de sufrir tanto al llegar ese final, descansa…

Igual nos ocurre cuando vemos en la TV escenas desgarradoras, accidentes, crímenes, etc. Acostumbrados a ver tan seguidamente esos desastres, ya lo vemos como asuntos cotidianos, simplemente como noticias, nada más. Como he dicho anteriormente, nos hacemos duros y hasta las gentes llorarán menos que antes, hay menos lágrimas, se va secando esa fuente del sentimiento, aunque el dolor nos esté matando por dentro. De todas formas, cuando perdemos algún ser querido, es tal la impotencia que sentimos, nos parece que seamos tan poca, tan indefensos, que no hay situación más triste y desagradable. Yo siempre digo, o pienso, que es sumamente necesario estar preparados. Siempre que podamos hacerlo, descargar la conciencia, estar a bien con nosotros mismos, con los demás, pero ante todo con Dios. Si nos ponemos a pensarlo detenidamente, el pánico a morir sin haber limpiado las impurezas que anidamos en nuestra conciencia, ello implica ese terrible temor que nos tortura cada día, más que la misma idea de que vamos a morir en cualquier momento sin saber a dónde irá nuestra alma… En cambio irnos ligeros como una leve pluma soplada por el viento, liviano como cuando vinimos a este mundo, depara la más grata fortaleza y entrega espiritual.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

celestinogh@teleline.es

No hay comentarios: