6/9/08

Que lejos se han quedado los temores


Siempre que comienza un nuevo año me hago el propósito de ser lo más "positivo" posible respecto a los demás y, por supuesto, aunque me cueste trabajo, también busco algún provecho de lo que escribo, para alimentar mis esperanzadas convicciones respecto a mi destino, en las postrimerías de mi agradecida existencia. Siempre busco contagiar la alegría, cualquier mensaje de amor y calor humano, cada vez igual, pero no lo consigo: cuando no es por una cosa es la otra y aunque quiera mantenerme al margen de la realidad tantos acontecimientos desagradables, ya conocidos por todos, y que nos obligan a lamentarnos y mantenernos en tensión constante, hoy quiero hacer un extraordinario esfuerzo tratando de olvidar las penas y fatigas de tantos pueblos del mundo, los cotidianos desengaños que también nosotros estamos sufriendo; y así mismo, logro borrar esa huella que no podemos ocultar, que dejan los sorpresivos fracasos de determinada índole y los temores que puedan acosarnos.

Hemos visto en la sombras de nuestra indefensión ocultarse ilusionados proyectos, perdidos para siempre, quizás. Sentido el dolor hasta la desesperación, también, al perder en ese viaje sin retorno a seres muy queridos, por un camino u otro, y nos hemos sentido terriblemente solos sin ellos... Son como las tormentas y como el tiempo, llegan y pasan, luego se vuelve a prender la luz del alba con insistente atracción, con un extraño halo de esperanza que percibimos junto al calor que nos deparan sus fulgores, y parece que alumbran nuevamente los caminos de la vida. Y nos incorporamos con el supremo esfuerzo de la ansiedad, ese deseo por recobrar lo perdido, o simplemente, poder darnos a nosotros mismos algo de estímulo para ordenar el torbellino de nuestras cosas dispersas por doquiera "abandonadas" por la confusa ceguera ante la espantosa y adversa situación que vivimos.

Sólo faltan unos pasos más... Busquemos el consuelo en nosotros, busquémonos y para ello hemos de asomarnos a la vida. Abramos todas las puertas y ventanas, igual que el corazón... Veamos ese nuevo amanecer y andemos por aquellos caminos, aunque nos devuelvan recuerdos imperecederos, que en ellos están aún frescos y dispersos los pétalos de las primeras margaritas del gran amor, entonces deshojadas; en ellos están las huellas indelebles de sus pasos y, si hasta parece, que las brisas traen el eco dulce y cálido de su voz...

Todos los caminos están ahí, abiertos, para que sigamos la misma ruta de nuestros viejos sueños, sin interferir para nada en nuestro dolor, pero sí, dándonos la tierna sensación de no estar tan solos y esa compañía nos dará más fuerzas para sostenernos altivos frente a la vida y recibamos de ella todos sus influjos y la afectividad que tanto necesitamos. El campo nos llama con sus aromas característicos por que las brisas son mensajeras de ilusiones. En el campo, cuando vemos libar a las abejas o a las sutiles mariposas nos extasiamos "sin saber por qué" hasta el punto de sentir envidia de ellas por no poder libar todas las flores como una ofrenda, y en ese culto, poder dejar parte de nuestro corazón y llevar la miel a los labios amados en nuestros sueños trasnochados que vuelan con las alas del profundo amor...

Y si nos acercamos a la orilla de nuestras playas, podamos sentir en nuestros rostros la caricia que íbamos buscando y que tanto hemos echado de menos... ¡Nunca estaremos tan solos!

Los caminos siguen abiertos y a través de ellos esa luz irá creciendo dentro de nosotros. Otra vez habrán bellos atardeceres, oiremos aquellas melodías del silencio mezclándose con el trinar de los pájaros y la brisa pasando suavemente, sólo rozándonos allá donde estemos; pero con las puertas abiertas para escuchar sus cantos... Y por las noches, reposarán nuestras sienes en la placidez del sueño poblado de gratos recuerdos, sintiendo sólo la fatiga de aquellos largos paseos por entre el follaje de nuestros montes, como si estuviéramos perdidos en su espesura deambulando entre luz y sombras, entre "tierra y cielo" entre risas y llantos, buscando esa luminosidad esplendorosa y reconfortante de la nueva aurora, vista a través de nuestra ventana abierta a todos los encantos de la propia vida. Todos los caminos están abiertos para nuestra felicidad, si sabemos entender que, el dolor jamás podrá ser interferido por nuestra necesidad de querer seguir viviendo, que nunca estaremos solos en el recuerdo. Y aceptar de que otros quedan aquí que necesitan vernos felices, que están esperándonos en los floridos márgenes de ese fantástico camino que Dios ha querido alargar para que sigamos los obligados pasos que nos quedan aún por dar...

¡Qué lejos se han quedado los temores!, como si las ausencias aclararan las ideas y pudiéramos pensar sin ahuyentar el verdadero dolor, que podamos sentirnos tristes y alegres a la vez... Podamos vivir junto a esos seres perdidos, siempre, en los recuerdos... con las cosas que aún están dispersas por algún rincón, en las gavetas de sus armarios, en el corazón... Podamos seguir junto a ellos, que no hayan vencidos en esta cruel batalla, sólo una espontánea ausencia. Podamos hablarles, y hasta en voz alta, y repetir las mismas frases, como era antes... Podamos soñar día y noche con ellos.

Y también podamos vivir con los pies firmes en la tierra, atendiendo nuestras obligaciones, sin excusa alguna. Podamos sonreír y darle gracias a Dios por todo cuanto nos ha dado, aunque algo muy íntimo siempre nos haya quitado, pero respetando con reverente amor sus decisiones y si nos llegaron a parecer alguna vez injustas, quepa también pensar que siendo voluntad de su divino poder, habrá en ello una decisión celestial de trascendental repercusión sobrehumana... Nosotros aún sabemos muy poco de Dios, nuestra capacidad intelectual es incapaz de asimilar su grandeza y su bondad infinita. Dejemos en sus manos nuestras almas... Y vivamos la vida, busquemos ese calor "comunicativo" que tanto necesitamos todas las cosas creadas que están aquí, en nuestro entorno. Olvidémonos de la parte "negativa" y disfrutemos de los días de vida que nos queden. Vivamos y hagamos felices a cuantos nos rodean, compartiendo con ellos, también nuestras alegrías...

No hay comentarios: