7/6/08

Invocación marinera portuense



El Muelle pesquero, con su nueva y alegre faz, por la reciente remodelación en él practicada, sin que hiriese su vieja y encantadora fisonomía - todo lo contrario - se ve enriquecido con lo que se le ha hecho; sigue siendo motivo y valor sentimental para los que nos visitan y en particular para los portuenses. Representó siempre el emblema tradicional de nuestra idiosincrasia. Es por ello, que, desde el mes de Junio ya uno comience a imaginárselo (¿?) cómo ha de ser en las próximas fiestas patronales, por ser el lugar de encuentro de tantos corazones que se agitan al unísono, emocionados, ante la dulce presencia de la Virgen del Carmen, madre de los pescadores. Esos hijos suyos del alma que la llevan sobre sus hombros por nuestras calles y rincones más bellos, en solemne procesión, antes y después del “embarque”... Festejándola con gritos y vítores, aclamándola con calurosos y hasta emocionados “piropos” que Ella sabe valorar como nadie - y que no le quiten ese gusto a las gentes que la quieren de ese modo - que la invitan al “baile” que acompañan con canciones populares y sentidas oraciones, para verla contenta, como una madre que sonríe y le ríe las gracias a sus muchachos...

Las blancas gaviotas, en la pequeña bahía, se han multiplicado; y las grandes y pequeñas embarcaciones. Afanosamente trabajan en algunas de ellas para echarlas a la mar ese gran día. Este año, va a vivirse un ambiente como nunca, me lo dice el corazón, y espero estar presente para gozarlo. Y aquellos que no van a poder disfrutar de ese maravilloso encuentro popular y religioso, bien sea por obligadas ausencias u otras razones, - tantos compatriotas nuestros que viven y luchan en Venezuela, por ejemplo, y otros países - tendrán al Viejito y a la Virgen en sus corazones y hasta aquí llegarán sus plegarias sumándose a las nuestras, cual canto de amor que le brindamos a nuestros Santos Patronos. También les recordaremos, familiares y amigos, con los que vivimos tantos momentos entrañables que han quedado en el recuerdo para perpetuarlos. Viviremos con el desconsuelo de no tenerles entre nosotros y valoraremos el esfuerzo y sacrificio que están haciendo por una causa justa que el Cielo alguna vez sabrá premiar.

Hoy, en mi subconsciente, me parece escuchar el conmovedor eco de pretéritas ocasiones, la bulla emocionada del pueblo que te aclama, Virgen del Carmen; y al resignado San Telmo, que sigue siempre cuidando Tus pasos, y en la mar, como ávido centinela. Escucho cuando gritan desde lo más hondo de su ser: ¡Viva la Virgen del Carmen! ¡Viva nuestra Patrona! ¡Viva la madre de los marinos y pescadores! Y siento el natural escalofrío que produce la emoción incontenible del majestuoso momento y la sensación de ahogo... viendo llorar a algunos de ellos, Tus marinos, Señora, como si les fueras a faltar...

¡El Muelle pesquero nos dice tanto! ¡Cuántas horas con la mirada perdida sobre la mar hemos navegado sin rumbo fijo, por esos senderos que dejaron atrás la estela de una ilusión ya perdida! Otros navegantes, con más suerte, rumbearon ilusionados... Cuántas veces, en ese trayecto a donde la imaginación nos lleva, hemos escuchado la voz amiga que andábamos buscando, la voz que habíamos perdido, que se nos fue un día!.. Cuántas veces hemos regresado con el corazón destrozado y las manos vacías; y sentados sobre la arena hemos reflexionado, aún perdida la mirada en el estático horizonte, en ese mar de soledades, por tantos, tristemente compartido.

Aún estamos aquí, esperando en El Muelle, donde se refugian tantos náufragos, donde hay barcas huérfanas de cariño, esperando la pleamar, absortas en sus sueños... No están todos aquellos marinos, algunos tan añosos como sus viejos barcos que aún siguen esperándoles, y que no estarán para festejar a nuestra Virgen, aquellos verdaderos marinos de corazón henchido de bondad y excelentes cualidades, tanto humanas como sociales; ni tantos amigos y conocidos de siempre. Roguemos, pues, por ellos - que bien se lo merecen - a nuestra Madre, nuestra Reina marinera, para que nunca les falten sus atenciones amorosas.

Cómo se nota en el rostro de la Virgen, cuando la acercan a su muellito pesquero, más tierna y alegre su cándida mirada; y en sus finos labios de inmaculada tersura las dulces muecas de sus sonrisas! ¿Acaso no la han visto de cerca cuando sonríe, la han mirado bien? No hay sonrisas más bellas y amorosas que sus sonrisas. Fijen la vista bien, hermanos, si hasta parece que respira y que suspira cuando su pueblo le aclama.


Puerto de la Cruz, a 17 de junio de 1998.
Publicado en el Periódico EL DIA: 01.07.98

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