7/6/08

Brisas y aromas de mi Valle. (...continuación)



Nos cuenta R. Verneau, respecto a nuestro verde Valle de La Orotava, que: “...siempre estuvo abierto al entendimiento y la comunicación de las corrientes sociales, que ello le ha permitido ser considerado como lugar obligado para ser visitado por los turistas y hombres estudiosos del universo que con sus visitas y experiencias se han llevado el calor de una sana y agradable convivencia y el recuerdo inolvidable de horas distintas vividas con mesura y éxtasis con los encantos naturales que dejó aquí la Mano de Dios...“ para que todos, sin distinción alguna, se puedan beneficiar en ese peregrinar multitudinario de personas que nos visitan cada vez más, traídos por la tranquilidad y el respeto que le brindamos a los foráneos, comprendiendo que siendo tan reducido el tiempo de sus vacaciones y sólo por el hecho de haber elegido a Las Islas Canarias como meta turística, entendemos así mismo, que también estamos obligados a compensarles en todo momento con nuestra mejor conducta y el cariño que siempre en nosotros abunda, para devolver la confianza con la cual nos obsequian desde todas las Agencias de Viajes del mundo entero.

Volviendo con la obra de R. Verneau, premiada por la Academia de Ciencias de París y traducida al español por el orotavense Don José A. Delgado Luis por los años l.98O, desgloso de su precioso libro titulado: “Cinco años de estancia en las Islas Canarias " estas notas: “...Fue en el Realejo de Arriba o Realejo Alto donde se estableció con las tropas españolas, cuando los jefes guanches, acompañados más abajo, vinieron a traerle su sumisión. También es allí donde instala más tarde su residencia“.
“ En l.878 viví varios meses en la antigua residencia del primer adelantado. Esta propiedad, que tiene el nombre de Los Príncipes, había sido puesta graciosamente a mi disposición por su dueño actual, el señor Camacho. Un poco abandonada en esa época, no producía sino lo que se podía atender. Con la cantidad de agua que tiene y que es suficiente para hacer mover dos molinos, se le sacaría un beneficio considerable. Allí crece todo maravillosamente; el naranjo, el cafeto, así como el trigo, el millo, el tabaco y el arrurruz. Los muros que contienen las tierras están cubiertos de ranúnculos y cinerarias. Los conductos por donde corre el agua están enramados de colocasias y culantrillos. En la parte alta de la finca, que se extiende casi hasta la cumbre, crecen manzanos, perales y castañeros, mientras que, en la parte que da al mar, los dragos, las palmeras, los guayabos y las plataneras sombrean todos los paseos.

Entre Los Príncipes y el mar se encuentra la Rambla de Castro, atravesada por un profundo barranco casi completamente cubierto por árboles que crecen en sus bordes. Las paredes están totalmente tapizadas de verdor y el agua chorrea por todos lados para ir a perderse muy pronto al mar. Todas las rocas y todos los árboles están cubiertos de inscripciones que los turistas no dejan de observar. Son casi todas, obra de un pobre muchacho, poeta y enamorado. Tímido en exceso, nunca ha dirigido la palabra a su ídolo. Desde que la ve, se escapa. Pasa días enteros escribiendo sus impresiones en la finca donde viene a pasear de vez en cuando su Dulcinea, esperando que un día ella adivine el autor y vaya a precipitarse a sus brazos “.

El Municipio Norteño de Los Realejos, sin lugar a dudas, con sus bellos pueblos que lo conforman, es tan atractivo y singular, que derrocha encantos y leyendas y entusiasma conocerlas, además de hijos preclaros algunos que ya son historia. Detengámonos en hacer un somero estudio, sin ir muy lejos, encontraremos por doquiera testimonios escritos que lo abalan, igual que del resto de los pueblos de nuestro Valle, de ellos se puede decir lo mismo, como si se hubieran dado cita en nuestro reducido perímetro tantos hombres ilustres de Las Ciencias y Las Artes, que no voy a enumerarlos para preservar el respeto que se merecen por si olvidara alguno. Hoy tenemos la oportunidad de recordarles yendo a las Bibliotecas Públicas y muchas de ellas privadas de inquietos intelectuales que se deleitas con sus grata compañías y lo que de ellos aprendemos cada día.

Puerto de la Cruz, a 19 de junio de 1993
Publicado en el Periódico EL DIA: 03.08.93

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