3/3/11

VENEZUELA DICE: CADA UNO EN SU CASA Y DIOS EN LA DE TODOS

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A ritmo de tambor, cuatros y maracas, las "gaitas" venezolanas (lo que aquí llamamos villancicos navideños) como preludio de esa entrañables fiestas, fueron alegrando el ambiente nacional, mientras se barajan temas muy importantes y perentorios del país entre las distintas corrientes políticas, siendo los que gobiernan quienes juegan el papel más importante de la contienda. El Gobierno trabaja en su difícil cometido para darle al país la estabilidad necesaria que le garantice el equilibrio económico y social que todos esperan de su gestión administrativa.

Las distintas posiciones en litigio surcan sus trincheras para protegerse de la esperada agresión. Ya los Cuarteles nada cuentan, hay conciencia de que en la calle será la supuesta contienda, los unos contra los otros… Máxime cuando una considerable mayoría de ciudadanos han apostado por el éxito de esa gestión, la del presidente Hugo Chávez Frías, sin preocuparles la opinión de los oponentes, que desesperadamente buscan argumentos y escaramuzas para destabilizar los principios democráticos en los que se apoya la nueva Constitución bolivariana, pilares de presumible solidez. Mientras el Gobierno hace cumplir las leyes estatales frente a las protestas de los insurrectos y las bajas pasiones de unos cuantos que tratan de generalizar el odio y la desesperanza, sin conseguirlo en ningún momento, considerando que el tiempo transcurre y el pueblo (¿?) permanece expectante, entre las dudas y la esperanza. En realidad no sabemos qué se cuece, pero en su momento se despejará tanta incertidumbre socio política.…

El pueblo, cumpliendo sus viejas tradiciones, se identificó cívicamente con las fiestas navideñas, demostrando todo el entusiasmo necesario para gozar de la paz divina, "cada cual en su casa, y Dios en las de todos". Cada uno, dentro de sus posibilidades, recordando épocas pretéritas, optó por incentivar el presente, con la esperanza de que ese calor humano llegue a todos los hogares, sin distinción alguna ni condición social, ni económica acariciando religiosamente un anhelado y civilizado futuro

A veces, una humilde mesa, aceptada con amor... depara más satisfacción que otra con los más ricos manjares servidos fríamente, sin ese ambiente necesario que nos recuerda la austeridad divina del Redentor. Por doquiera se escuchaban las gaitas, recordando que iba a nacer el Niño Dios y con El la mera certidumbre en el porvenir de Venezuela. Con notas musicales de ambiente navideño, todos los pueblos, al Niño Jesús, rogaron porque la bonanza popular se restablezca en el país y cesen los odios; y entre todos se consiga mitigar las necesidades que actualmente pueda estar sufriendo la Nación.

Y comenzaran a ordenarse las cosas con equidad, jurídica y solidaria; y colectivamente siempre habrá un pensamiento generalizado porque Venezuela sea beneficiaria de cuantas plegarias dirigidas al Niño Dios hayan surgido y por un año venturoso para todos, que también les deseamos desde esta hermana tierra canaria, .cada uno de nosotros.

Sigamos, pues, escuchando el remoto eco de las típicas parrandas criollas, con sus instrumentos de cuerda y percusión, que le dieron vida a las fiestas pasadas de aquella ilusionada Navidad; de corazón unidos, compartiendo la misma felicidad

Las maracas, el farruco, la tambora, la carrasca, el violín y el cuatro, no cesaron de sonar duro y pareciera que el parrandón sigue...


Celestino González Herreros
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