3/3/11

EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

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Cuando a uno se le va la mente por esos derroteros de la imaginación, a veces, nos lleva tan lejos... Nada, ni el propio tiempo la detiene. Es como un viaje silencioso donde las palabras no existen, sólo la fantasía del momento. Casi siempre sabemos a donde queremos llegar y en alas de nuestra sensibilidad nos vamos allende, donde están los motivos que nos atraen más poderosamente. Otras veces, hay un sentimiento especial que nos obliga a ir aún más firmes en pos del reencuentro deseado, donde quedaron los últimos suspiros, al pie de la discreta cascada de aquel otro bello sueño de amor. Y allí nos atrincheramos ocultos en el conticinio... durante el sueño, hasta ver pasar cada una de aquellas ensoñaciones, con deseo vehemente, cual si fueran secuencias reales que retornan del pasado para vivirlas de nuevo. Queremos estar dentro del sueño y nos convencemos al despertar, que hubo un abismo por medio, que no hemos traído nada a nuestra realidad. Ni el fulgor de sus ojos, ni la sensación del suave contacto de su piel, ni el calor de su aliento; todas las fragancias quedaron atrás. Despertamos con las manos vacías, los labios secos, y la sensación de que estuvimos cerca, en esa dimensión infinita, viéndole envuelta en aureolas encendidas, sin pronunciar palabra, sólo su sonrisa y el eco apagado de su voz y de su risa cuando se aleja... Cuántos ayes ahogados, cuyo único testigo ha sido siempre la mullida almohada, mientras descansar quieren nuestras sienes y no pueden. Y entre tantas horas de insomnios, siempre vuelve aparecer la imagen adorada, mil veces pasando sin dejar de sonreír.

Hoy la noche es profundamente oscura, sólo un par de estrellas asoman en el firmamento, el aire es frío, se mueve con pereza y llega hiriente helando mi cuerpo. Las lucesitas en el campo parpadean, allá en la distante ladera, cuando parece que ya se entregan al descanso los que mañana trabajan. No seré yo el único que sueñe; algunos esperarán ver llover a través de los cristales de sus ventanas; otros contemplarán el sinuoso peregrinar de las nubes, apenas perceptibles en la oscuridad, imaginando cosas...

No todos los sueños son iguales, eso lo sabemos, ni las personas son las mismas, ni han vivido idénticas situaciones a lo largo de sus vidas. También sabemos que cada cual es un mundo... Y la sensibilidad no es igual en todos, de ahí las discrepancias existentes desde siempre. Todos tenemos de poetas un poco y de locos. Qué afortunado, quien tuvo esa inspiración. Siempre hay un hombre que acaba buscando algo que necesita... Algo que en determinados casos no sabe lo que es; se ha pasado la vida insatisfecho, ansioso y expectante... Ha ido siempre ocultándose en sus propias sombras y nada le sacia, ni le conforta. Hay seres inadaptados, porque nada les estremece, no ven las cosas pequeñas que les rodean porque están ciegos y es necesario acercarse a la realidad, de vez en cuando. Tomar una flor en sus manos y explorarla, inhalar su perfume, besarla... Levantar la vista del suelo y buscar en su entorno lo que existe, lo que está ahí para deleitarnos sin pedirnos nada a cambio, sólo nuestra humilde atención. Acercarse al menesteroso e interesarse por sus necesidades prioritarias y si puedes ayudarle, aunque sea con la palabra afectiva, hazlo, que él sabrá agradecértelo. Y si sueñas alguna vez, no temas, que los sueños sueños son... Pero a veces, nos devuelven la fe perdida y la ilusión de vivir.

Acaso sea cierto lo que piensan algunos de los románticos, que estamos como los poetas, locos de remate. Yo dudo que sea tan cierto como lo afirman. Cada cual, repito, es diferente de los demás, y si yo siento ternura por algo y lo manifiesto sin estridentes y mal sonantes palabras, estoy contribuyendo al encanto de la poesía; que sea un poema perfecto es otra cosa. No estamos realmente locos cuando sólo nos asiste el sentimiento de la pasión solidaria hacia aquello que nos rodea. Hallamos en cada motivo un encanto diferente, que con palabras sentidas tratamos de manifestar de una forma personal. Cada cual busca hacerlo lo más lindo posible, lo más bello y comunicativo. Hablamos del amor, de los sueños, de alegrías o las penas... De las bellezas naturales y del espanto de algunas desgracias que llegan a sensibilizarnos por su momento y contenido dramático...

Ya comienza a llover, casi no acierto a ver desde aquí la luminosidad de los apartados pueblos, obstruida por la lluvia que cae copiosamente, como una cortina densa, cual bendición del Cielo, sobre los campos, pueblos y ciudades... También eso es poesía, contemplar en silencio la lluvia, sin pronunciar palabra, a través de la ventana, a solas... y no estamos locos del todo.

Celestino González Herreros
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