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Las gentes de mi pueblo son excelentes. Los hay de todas las condiciones, siendo, unos y otros, admirables. Siempre me dicen lo mismo, que son diferentes y no lo pongo en duda. Las gentes de afuera, que han venido de paso, dicen que “hay algo especial, difícil de explicar, algo que atrae en nosotros.” Algo peculiar que emana; también, flota en el aire, un halo gratificante que sensibiliza y conforta a la vez. Algo distinto, que no se ve ni se toca, se vive intensamente. Cada rincón, nos dice algo distinto; sus calles y paseos peatonales, despiertan el embrujo de su singular idiosincrasia, alboroza al más ingenuo e invita a soñar despierto al ser más insensible. La forma de hablar de los portuenses, y hasta la forma de andar, cuando sonríen, hombres y mujeres. En casi todos, hay un sello personal que llama la atención. Alegran notablemente, brindando bonanza y apego.
Cuando algunos visitantes me cuentan, o hacen referencia sobre nuestras excelencias naturales, siento tal sensación de agrado, que no cabe en mí tanto orgullo; entiendo, sobremanera, todas esas expresiones lisonjeras, o virtudes que nos caracterizan. Me enriquece saber, que no soy sólo, quien lo valora así. Hay calidad humana en las gentes de mi pueblo marinero, cuyas suaves brisas nos confortan y enamoran, ¿es su cielo azul? Puerto de la Cruz, ha sido y será siempre, motivo de inspiración, para quienes saben mirarle con los ojos del alma y pueden ver los encantos ocultos que atesora. Es, como un encuentro mítico que descubrimos y nos devuelve paz y sosiego espiritual. Cada lugar de su fisonomía ambiental, y junto a las bellezas de los municipios que nos circundan, dice líricos pensamientos de amor... Y hay susurros melódicos que bajan desde la cumbre y la verde laderas, trayendo al Valle de La Orotava, fragancias de los brezales del monte y las retamas de las Cañadas del Teide, hasta la arena de nuestras playas. Fusionándose, luego, con las briznas de las olas, en el regio acantilado de Martiánez, al arremeter éstas, furiosas, contra las basálticas rocas.
Cada atardecer, nos sorprenden, vistos desde la bocana de nuestro muelle pesquero, o cualquier otro lugar de su romántico entorno, los mágicos y encendidos ocasos, algunos de impresionante belleza. Y el silencio de la mar serena al amanecer... Cuando deambulamos, en las primeras horas de la mañana, antes que salga el Sol o comience a calentar el aire, perfumado, entonces, con el característico olor de las algas y el iodo del mar, agudizado por la influencia acariciadora de la brisa matinal, uno se siente transportado a un remanso que invita a inspirarnos profundamente. Nos recuerda, por sentirnos halagados, épocas pasadas y la niñez misma, cuando solíamos soñar las cosas más bellas, e íbamos a ciegas, tras la aventura de lo desconocido...
Compuse, un día, unos versos, intuido por esa seducción, titulados: CUANDO EL ALBA NOS DESPIERTE, los cuales, fueron publicados por el Periódico EL Día (04.11.95) y dicen así: Corred las blancas cortinas; / sentid como toda la luz / de nuestro Puerto de la Cruz / a nuestra vida ilumina... // Miren la verde montaña / cuando el resol de la aurora / sobre su cresta se asoma / yendo a la mar que nos baña // cual irisadas rieladas: / contraluces encendidas / sobre el azul del mar, fluidas // en poéticas pinceladas... / Contemplad a nuestro Puerto, / corola abierta del Huerto... / en una Eterna Primavera.
Así es el Puerto de la Cruz. Mas, sin sus gentes y su abolengo popular, no sería igual. Hemos sido capaces de mantenernos unidos, única forma de conservar viva la ilusión, para que nuestro pueblo, hoy Ciudad Turística, por excelencia, sea siempre, encantador puerto donde arribar seguros, después de navegar por las encrespadas aguas del inmenso océano de la ilusión.
Otra vez, me publicaron en el responsable rotativo EL DÍA, en ocasión de las fiestas patronales del Gran Poder de Dios y la Virgen del Carmen, un poema que, también, tiene relación con el tema que nos ocupa. CANTO A MI PUERTO DE LA CRUZ: Puerto alegre y soñador / junto a tus bellezas sin par, / tienes aun mucho más que dar. / Cómo elemento inspirador, / las excelencias del amor / que tu gente pone al rezar / a la Reina de nuestra mar / ¡Puerto alegre y soñador!.. / Son tus calles ríos de sabia, / como tu mar los caminos / que forjaron los destinos / de mucha gente canaria... / Es tu brisa marinera / para tu gente, caricia / y tus flores la delicia / de tu eterna Primavera. / En tus Fiestas Patronales / nuestro padre el Gran Poder / no sabe cómo agradecer / tus prendas excepcionales.
Así brotan, en mi pueblo querido, los versos, sin grandes esfuerzos, también para los iniciados; con algo de sensibilidad se disparan desde el alma y brotan como flores que se abren ante el encanto que los inspira; conjugándose lo popular con lo religioso, como un beso amoroso, como una bendición del Cielo.
.Las gentes de mi pueblo son excelentes. Los hay de todas las condiciones, siendo, unos y otros, admirables. Siempre me dicen lo mismo, que son diferentes y no lo pongo en duda. Las gentes de afuera, que han venido de paso, dicen que “hay algo especial, difícil de explicar, algo que atrae en nosotros.” Algo peculiar que emana; también, flota en el aire, un halo gratificante que sensibiliza y conforta a la vez. Algo distinto, que no se ve ni se toca, se vive intensamente. Cada rincón, nos dice algo distinto; sus calles y paseos peatonales, despiertan el embrujo de su singular idiosincrasia, alboroza al más ingenuo e invita a soñar despierto al ser más insensible. La forma de hablar de los portuenses, y hasta la forma de andar, cuando sonríen, hombres y mujeres. En casi todos, hay un sello personal que llama la atención. Alegran notablemente, brindando bonanza y apego.
Cuando algunos visitantes me cuentan, o hacen referencia sobre nuestras excelencias naturales, siento tal sensación de agrado, que no cabe en mí tanto orgullo; entiendo, sobremanera, todas esas expresiones lisonjeras, o virtudes que nos caracterizan. Me enriquece saber, que no soy sólo, quien lo valora así. Hay calidad humana en las gentes de mi pueblo marinero, cuyas suaves brisas nos confortan y enamoran, ¿es su cielo azul? Puerto de la Cruz, ha sido y será siempre, motivo de inspiración, para quienes saben mirarle con los ojos del alma y pueden ver los encantos ocultos que atesora. Es, como un encuentro mítico que descubrimos y nos devuelve paz y sosiego espiritual. Cada lugar de su fisonomía ambiental, y junto a las bellezas de los municipios que nos circundan, dice líricos pensamientos de amor... Y hay susurros melódicos que bajan desde la cumbre y la verde laderas, trayendo al Valle de La Orotava, fragancias de los brezales del monte y las retamas de las Cañadas del Teide, hasta la arena de nuestras playas. Fusionándose, luego, con las briznas de las olas, en el regio acantilado de Martiánez, al arremeter éstas, furiosas, contra las basálticas rocas.
Cada atardecer, nos sorprenden, vistos desde la bocana de nuestro muelle pesquero, o cualquier otro lugar de su romántico entorno, los mágicos y encendidos ocasos, algunos de impresionante belleza. Y el silencio de la mar serena al amanecer... Cuando deambulamos, en las primeras horas de la mañana, antes que salga el Sol o comience a calentar el aire, perfumado, entonces, con el característico olor de las algas y el iodo del mar, agudizado por la influencia acariciadora de la brisa matinal, uno se siente transportado a un remanso que invita a inspirarnos profundamente. Nos recuerda, por sentirnos halagados, épocas pasadas y la niñez misma, cuando solíamos soñar las cosas más bellas, e íbamos a ciegas, tras la aventura de lo desconocido...
Compuse, un día, unos versos, intuido por esa seducción, titulados: CUANDO EL ALBA NOS DESPIERTE, los cuales, fueron publicados por el Periódico EL Día (04.11.95) y dicen así: Corred las blancas cortinas; / sentid como toda la luz / de nuestro Puerto de la Cruz / a nuestra vida ilumina... // Miren la verde montaña / cuando el resol de la aurora / sobre su cresta se asoma / yendo a la mar que nos baña // cual irisadas rieladas: / contraluces encendidas / sobre el azul del mar, fluidas // en poéticas pinceladas... / Contemplad a nuestro Puerto, / corola abierta del Huerto... / en una Eterna Primavera.
Así es el Puerto de la Cruz. Mas, sin sus gentes y su abolengo popular, no sería igual. Hemos sido capaces de mantenernos unidos, única forma de conservar viva la ilusión, para que nuestro pueblo, hoy Ciudad Turística, por excelencia, sea siempre, encantador puerto donde arribar seguros, después de navegar por las encrespadas aguas del inmenso océano de la ilusión.
Otra vez, me publicaron en el responsable rotativo EL DÍA, en ocasión de las fiestas patronales del Gran Poder de Dios y la Virgen del Carmen, un poema que, también, tiene relación con el tema que nos ocupa. CANTO A MI PUERTO DE LA CRUZ: Puerto alegre y soñador / junto a tus bellezas sin par, / tienes aun mucho más que dar. / Cómo elemento inspirador, / las excelencias del amor / que tu gente pone al rezar / a la Reina de nuestra mar / ¡Puerto alegre y soñador!.. / Son tus calles ríos de sabia, / como tu mar los caminos / que forjaron los destinos / de mucha gente canaria... / Es tu brisa marinera / para tu gente, caricia / y tus flores la delicia / de tu eterna Primavera. / En tus Fiestas Patronales / nuestro padre el Gran Poder / no sabe cómo agradecer / tus prendas excepcionales.
Así brotan, en mi pueblo querido, los versos, sin grandes esfuerzos, también para los iniciados; con algo de sensibilidad se disparan desde el alma y brotan como flores que se abren ante el encanto que los inspira; conjugándose lo popular con lo religioso, como un beso amoroso, como una bendición del Cielo.
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