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En estos días de Adviento cristiano, cuando se entiende la reflexión como único instrumento disuasorio, cuando la validez de la conciencia humana representa la salvación ante el Misericordioso, he sentido deseos de renovarme, de ser más digno ante los hombres y ante Dios, y busco fuerzas, no lo niego, por ser mejor persona, aspiro alcanzar ese grado auténtico de tal realización...
Haciendo un copioso, más que somero, balance de mi ejercicio espiritual, en lo que queda de año, en el silencio de mi conciencia todo no es bonanza, no digo lo que acostumbramos a decir ante el confesor de nuestra Iglesia: - Padre, yo no he hecho daño a nadie. - Es obvio, de que nos olvidamos de nosotros mismos, a veces. Siempre hay "cosas" que hemos descuidado, valores ya olvidados, algunos. Repetidamente nos habremos hecho daño. Y, ante nuestra apacible conducta, apenas habremos sentido la corrosión sufrida. Pecar es otra cosa, pecar es negar, más que nada, nuestras verdaderos instintos, no reconocerlos o al menos evadirlos, pero, ahí queda eso... Yo voy sobre otras pistas y ya queda poco tiempo. Ojala pudiera descubrir el verdadero enigma, el porqué se es o no se es cruel, porqué se oculta tantas veces la verdad, impidiendo con ello alcanzar el alivio individual del ser con el buen propósito, sin llegar a la confesión, necesariamente, que puede ser o no ser... Pero, decir: ¡OH Dios, trataré de hacerlo mejor, dame fuerzas, apártame del mal camino!.. ¡Quisiera saber dominar mis malos instintos!.. ¡Quisiera ser digno de Tu perdón, para sentirme mejor en este mundo de tantas malas tentaciones, y ser, si no un ejemplo de persona, al menos, no tener jamás la necesidad de enfrentarme a la realidad, con el pánico de ser advertido y señalado como algo indeseable!..
En estos días de Advientos, se nos está permitido razonar y ser liberados de nuestros pesares, podemos andar junto a los mansos de corazón, ir en ese peregrinaje del amor con las prendas puestas de la renunciación y las del deseo de reinserción moral, social y cristiana. "Todo hombre tiene cabida en mi campo, si viene limpio de culpas, con buenas intenciones y sin malos propósitos”...
Navidad, este año de tantas dudas y diferentes “crisis”… Y el que viene, ¿cómo va a ser?... Presumo que, algunos reconsiderarán este sentimiento mío, inspirado en el amor a Dios, este sentimiento que debe seguir el hombre, para no quedarse abandonado en el camino. Y que no es otro, que, el saber asumir los fracasos como algo pasajero y saber enfrentarnos, como siempre ha sido, a la evidencia y vencer con dignidad cuantos avatares se nos presenten a lo largo de nuestras vidas; y verlo como algo pasajero. Seamos justos con nosotros mismos respetando la voluntad de Dios.
Digamos, pues, que de cien malos, los más son esclavos de su atormentada conciencia y desesperadamente quieren alcanzar el perdón del Cielo. Y los hombres, ahora vuelvo a insistir, como un vuelco de amor que surgieran, para Dios, más vale un arrepentido de corazón, que todas las concesiones que queramos darle.
En este tiempo de Adviento, hagamos, entre otras reflexiones, aquella tan importante como viene a ser, pensar en tantas criaturas abandonadas, niños y niñas de la calle que mueren de hambre, huérfanos de cariño, sin un techo seguro, con frió mendigando noche y día para poder subsistir o vencer tantas necesidades suyas, sin tan pocas personas que les ayuden… Es más, en algunos lugares hasta perseguidos y exterminados como si fueran ratas infectadas. ¡OH, Señor!, ¿acaso la Humanidad no peca con su indiferencia manifiesta en todos esos tristes casos? ¡Señor, yo no he hecho daño a nadie, me lo hago a mi mismo! Evidentemente, todos somos cómplices de las desgracias del Mundo. ¿Acaso hacemos algo en favor de ellos? Si, nosotros somos unos pocos, los Gobiernos de los distintos países, si que debieran hacer más por remediar tantos sufrimientos…
Puerto de la Cruz 11 de diciembre de 2.008
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