31/7/12

LA PAZ DEL SUEÑO ETERNO

Como es costumbre, cuando llegamos a ser mayores no nos gusta estar mucho tiempo solos, sinceramente, reconocemos que estamos predestinados a entregar nuestra alma a Dios, algún día… Tememos vernos solos, esa es una verdad incuestionable y quien lo niegue se está traicionando así mismo. En cualquier momento podemos necesitar una mano consoladora que nos ayude a levantarnos del suelo.

Cuando somos mayores hemos de extremar todas las precauciones. Buscar la compañía de alguien, hablar con las gentes, no transitar solos lugares apartados, asistir a reuniones y celebrarlo sin preocupación alguna. Aquello de los naturales temores, hagamos de ellos que pasen a último termino, olvidarlos. Estando acompañados nos sentimos más seguros ante cualquier contratiempo eventual.

La compañía es tan importante que nos insufla gran dosis de confianza y hasta nos serena transmitiéndonos estabilidad emocional. Estar solos en tan funestos trances, debe ser lo más triste que a un ser humano pueda ocurrirle. Los últimos deseos, las últimas palabras… Aquella sensación de abandono, físico y mental, cuando sentimos que nos queda muy poco, que la vida se nos escapa por décimas de segundos, debe ser desesperante. Pero si no estuvieran tan solos todo iba a ser diferente en cuanto a tantos desconsuelos acumulados.

Yo recuerdo un accidente de tráfico que sufrí en Venezuela, en el Estado Lara, yendo para Siquisique desde Barquisimeto, en el lugar llamado El Jabón, por lo resbaloso del terreno de tierra mojada cuando llovía; y en cuyas curvas los vehículos derrapan y se van de lado y traspasan la cuneta inevitablemente… Aquello fue infernal. Mi acompañante y yo, estando en acto de servicio, volamos con el vehículo por los aires sin haber podido controlarle, Nunca pensé salir de aquel abismo.

Sinceramente, es una historia como para dedicarle algún tiempo más, el necesario como para poder declarar su importancia que tiene la vida y precisamente, en aquellos momentos, tan lejos…

En otra oportunidad, tendrán ocasión de leer todo el suceso. Viene a colación, estas referencias que hago con aquello de la soledad, cuando nos llega la hora de la definitiva partida hacia el infinito. Estando acompañados es diferente, uno siente que se nos acaba el último aliento e instintivamente nos aferramos a la vida con las pocas fuerzas que nos queden, agarrando fuertemente la mano amiga y pareciera que aún hay tiempo para decirle adiós a todos, como si habláramos con ellos y supiéramos que nos oyen y descifran el último balbuceo de nuestras entrecortadas palabras confundidas con el sepulcral estertor de la misma muerte.

Todo es como una triste pesadilla, nos deshacemos en lamentos, queremos salir del tormento que representa en esos instantes de la vida, la triste partida, ahora sin fuerzas, cuando se nos apaga la tenue luz del subconsciente todo queda en silencio, un silencio que, a veces, hasta resulta placentero, cuando dejamos de sentir nuestros sufrimientos y sólo reina en todo nuestro entorno aquella extraña paz… Si, aquella vez sentí como si estuviera trasponiendo el tétrico umbral entre la vida y la muerte.

Es curioso, en los más difíciles momentos de nuestra vida, cuando sentimos desfallecer, por quien llamamos primero es por Dios y nuestra madre, qué poder sobre nuestro subconsciente ambos tienen que siempre están a nuestro lado, si nos parece hablar con ellos y sentimos el calor de sus tiernas caricias y el consuelo de no morir desamparado.

Celestino González Herreros

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30/7/12

CUANDO UN SUEÑO SE HACE REALIDAD

Viendo pasar las horas tan aprisa, cuando se va consumiendo el tiempo de vuestra estancia en Tenerife, me imagino cuanto desconsuelo estarán viviendo, ya que, este sueño hecho realidad y gracias a tantas gentes buenas que lo han materializado, se va a romper en un determinado momento en este real reencuentro con Tenerife y su singular gente.

Como emigrantes que fueron, hace tantos años, bien merecido tienen este agasajo que le hacemos los que entendemos, y que lo fuimos, el sentir de quienes se ven obligados, por la razón que fuera, a dejar su tierra amada, familiares y amigos, buscando, muchas veces el bienestar de los que aquí quedaron en difíciles condiciones económicas, la mayoría de ellos; buscando en nuestra Venezuela querida, el amparo necesario para seguir la ruta de tantos otros hombres hacia un objetivo definido: el trabajo y el respeto que nos merecemos recíprocamente. Obedeciendo las leyes del país que nos acoge.

Entonces no sabían a dónde mirar buscando un horizonte alentador. Y en muchas ocasiones en condiciones infrahumanas, cruzaron “el charco” porque no había otra alternativa, debido a la pobreza en que estaban sumidos. Unos vieron hecha realidad sus anhelos, pues mandaron muchos bolívares para cubrir necesidades perentorias: fabricar ya no sólo la casita sino edificios enteros y educar a los muchachos que valían para ir a la Universidad... De eso ya ni se acuerdan, la mayoría de ellos; y si algo dicen es despotricando, porque hoy la moneda ha perdido valor adquisitivo. Se olvidan del hambre que se pasó en Europa. Pero, concretémonos a Canarias, desde aquellos años cuarenta, cuya única esperanza era América, particularmente Venezuela. Claro, no les interesa recordarlo y mucho menos reconocer su poder económico, con su abierto panorama laboral donde había trabajo para todos los que quisieran iniciarse allí. Los otros, a pesar de haber contribuido en el progreso de ese acogedor país, con su trabajo y sacrificios, llegaron a viejos con menos fortuna material, pero están vivos para confirmar lo que digo. Hay una riqueza espiritual que sólo Dios entiende y nuestra Virgen de Candelaria. En la Gloria existe un lugar reservado para ellos porque han sabido mantener la fe cristiana y por practicar la cualidad humana de ser agradecidos con la tierra que les acogió “como si fuera una madre” en los momentos más tristes que en Canarias se estaba viviendo. Agradecidos del recuerdo, cuando siendo jóvenes y estaban llenos de ilusiones, se fueron a la tierra de todos, a cumplir una misión moral de hombre para con los suyos y sus pueblos, que bien supieron beneficiarse de tantos sacrificios y el esfuerzo que esas gentes hicieron... Sin menoscabo de los que se quedaron aquí, sufriendo y luchando, cuidando lo poco que tuvieran entonces. También atendiendo a sus familiares y sus necesidades.

Si hoy Canaria es tan bella y su modernidad llega ahí en donde está, ha sido con el fruto del trabajo de los hombres que lucharon en Venezuela, ¡y eso hay que reconocerlo! Digo con tristeza, que no todos lo entienden. Y lo que es más triste, no quieren entenderlo, a pesar de haber vivido los reales acontecimientos. Así, pues, todo lo que hagamos por Uds. es muy poco, ya que se merecen mucho más, así como Dios lo habrá reconocido y lo confirmará cuando llegue la hora...

En Tenerife y demás isla de Canarias existe la voluntad de darle a nuestra Octava Isla, a sus gentes y tantos compatriotas nuestros, que viven, trabajan y mueren allí, el valor inalterable de la identidad que cada cual tiene y los méritos alcanzados por cada uno, para ilustrar con ello la historia venezolana y en particular dignificarla, con el amor y el arduo trabajo de aquellos compatriotas emigrantes nuestros.

Sean, pues, bienvenidos en vuestro terruño amado y que nuestra patrona la Virgen de Candelaria les colme a todos con sus bendiciones.

Lamentablemente, con los años y circunstancias transcurridas, Venezuela perdió aquel poder adquisitivo, la suerte no le ha acompañado, están igual que nosotros, mirando al Cielo y esperanzados, esperando revivir aquellos años de bienestar, de trabajo y progreso. ¡Las vueltas que da el Mundo! ¡Esta vez ha sido como los cangrejos, siempre para atrás! ¡A ver si cambian los vientos y con ellos las veletas!..

Celestino González Herreros

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29/7/12

LUÍS TORRENTS GARCÍA EN EL RECUERDO

Descanse en la Paz del Señor

Como ocurre siempre, cuando un amigo se va materialmente para siempre, pareciera que todas aquellas vivencias que hayamos compartido a lo largo de nuestras vidas, por amistosos vínculos que nos unieron, se contorsionaran y se tradujeran en un alocado laberinto de circunstancias distintas, cual dispar suceso y añorados encuentros, muchos de ellos espontáneos, casuales, pero estando siempre dentro del mismo marco amistoso.

Cuando un amigo se nos va es como si pasáramos la hoja súbitamente y la lectura se detuviera, quedando inconclusa esa frágil existencia y sólo quedaran en el malogrado manuscrito, páginas negras, rasgos confusos, un silencio tal, donde jamás volviera resplandor alguno a aclarar esas tinieblas soterradas para siempre…

El extinto amigo, Luís Torrents García, aparte de haber sido un buen vecino, fue siempre una persona seria y apreciada por todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerle; y muchos de ellos, al ser amigo suyo, de quien jamás se profirió un queja, le recordarán siempre. De ese roce, como habitual vecino del lugar, nació la amistad que siempre compartimos y el afecto que nos unió. Así pues, es normal que haya dejado entre los suyos, un gran vacío difícil de llenar, un silencio tal, que emociona advertirlo en su ausencia y nos deja tristes. Además de haber sido un hombre cabal, caballeroso y un buen conversador, conocedor de los más variados temas que con su habilidad mundana sabía traducirlos con su distendida conversación.

Tras su aparente y profunda seriedad, era un hombre frágil y sentimental, su sensibilidad le delataba ante cualquier eventualidad o situación. Siempre encausaba los conceptos antes que nadie lo hiciera, ya que sabía manejar las palabras adecuadas en cada situación y conseguía ordenar los conceptos en discusión.

Últimamente tenía como compañero inseparable al amigo Pepe Salcedo con quien acostumbraba cenar todos los días en el estupendo Restaurante “Cha-Paula”, en la Calle San Felipe y allí coincidí en varias ocasiones con él. Al pasar por el lugar se nota su ausencia, sin embargo intuimos que allí está él, sonriéndonos, como jactándose de que aquí, en este mundo convulso nos quedamos nosotros y él pasó a mejor vida, como suele decirse, que alguna vez rezará por nosotros que buena falta nos hace.

A su familiares, amigos y conocidos, desde mi humilde posición, transmito mi dolor y el de los míos, y el deseo sincero de que su alma descanse en la Paz del Señor, e invito a quienes en verdad le quisieron, le tengan presente en sus sentidas oraciones.

¡Descanse en paz su alma!

Celestino González Herreros

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Puerto de la Cruz. Julio de 2.012

28/7/12

TODO LLEGA A SU DEBIDO TIEMPO

¡Ay!, las cosas que uno tiene que oír y lo que nos queda por ver. Está visto, al menos así lo parece, que no hay posibilidad de poder mantener estables e indisoluble concepto alguno, ya no digamos lo mismo del verdadero sentimiento de la amistad, tanto política, como social. Muchas vestiduras se han dañado a cuenta de esos impresentables desordenes. ¡Pero si antes eran inseparables! ¡O todo lo contrario! Eso está a la orden del día.

A otra cosa, estimado lector; y vayamos por la orilla que se respira mejor.

Llama la atención, también, sopesar el deseo unánime de nuestras gentes, no nos amilanamos, nos mantenemos firmes ante la evidencia, jamás tiraremos la toalla, tenemos el convencimiento de que en Puerto de la Cruz renacerá aquella prosperidad de antaño, pésele a quien le pese. Aunque unos cuantos se empecinen en dañar la evolución de nuestra ciudad turística con todos sus valores intrínsecos. Jamás podrán contra sus elementos naturales que son los imprescindibles, como es nuestro clima, sus múltiples encantos y un cúmulo de excelencias tal, que nos garantizan la viabilidad de todos nuestros proyectos.

Nuestras gentes y lo que aún conservamos, tanto material como espiritual, por la gracia de Dios, avalamos nuestra indisoluble idiosincrasia… Jamás podrán torcer el rumbo de nuestro destino, llegaremos a satisfacer, en lo posible, las perentorias necesidades de aquellos que tan urgentemente necesitan un trabajo estable y bien remunerado. Sólo es cuestión de saber esperar con optimismo, todo llega a su debido tiempo, que si a esos derrotistas les llegó, a nosotros nos llegará en un plazo muy corto y vamos a demostrar que todos no somos iguales y que habrá trabajo suficiente para aquellos que sepan defenderlo. Tiempo al tiempo.

Celestino González Herreros

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27/7/12

TRISTE EVIDENCIA NACIONAL

No puedo perder el tiempo, ni desperdiciar la oportunidad que me brinda el destino, están hablando de mi ciudad y lo que alegan me interesa rescatarlo. Tienen mucha razón en lo que dicen, en este caso son profesionales de plazas y jardines, están vociferando sobre el injusto abandono del polémico Parque Taoro. Dicen que sigue abandonado, sólo que se hicieron muy ridículas transformaciones para callar la ira del Puerto de la Cruz, sus habitantes y los respetables visitantes, que se sienten engañados al comprobar la burla constante y el desprecio con que tratan ese importante e histórico lugar de tanto arraigo universal.

Tal vez nosotros no acabemos de entenderlo, acostumbrados a transitarlo casi a diario, ni veamos su importancia social y turística. Lo que ha representado siempre para los amantes de la naturaleza y lo que fue para nuestros antepasados. Donde se halla ubicado el Gran Hotel Taoro, igualmente abandonado junto con sus descuidados jardines. Lamentablemente, ya estamos acostumbrados a que se nos ridiculicen. Y así como ocurre con estos desfases, sucede con otras muchas deficiencias que se denuncian y no responden a ellas, salvo en el caso de algunas excepciones, que no todo es negativo. En el caso contrario se siembra la discordia, la duda y preocupación reinante. Digamos pues, no siempre depende de nuestras autoridades locales, cuando no le corresponde al Cabildo Insular de Tenerife, le atañe al Gobierno de Canarias o al Central y dado el interés que ellos pongan en su gestión, tardan, más o menos, en solucionar los problemas locales de este u otro lugar tinerfeño. Todo hay que decirlo.

Por lo menos, suplicamos que nos respondan, que digan algo al respecto cuando hacemos una denuncia. Sabemos que cada caso tiene una evidente motivación, digámoslo. Y, ¿por qué tanto oscurantismo, a veces? ¿Por qué no se enfrentan a la realidad? Ahora bien, si no hay dineros, (a pesar de tantos desagradables recortes) ¿dónde está lo que nos quitan? Sin consideración y sin importarles las necesidades que el sufrido pueblo está padeciendo, para que se diga que supieron meter por vereda a los disconformes, Que se les recuerde como los salvadores del País a costa de tantas o cuántas vidas y sufrimientos humanos; por que en realidad no hemos estado en condiciones para retroceder tan bruscamente. Tanto que nos hemos detenido en aquella época, antes que fuéramos liderados por Franco, cuando el pobre seguía siendo pobre hasta que muriera de hambre y frío… Y el Caudillo, a pesar de todo, les ayudó a vivir una vida más decente. ¡Hoy no!

Por otra parte quisiera, no que todos estén de acuerdo conmigo, pero si en armonía con los demás y así crear un clima verdaderamente democrático que nos permita consensuar los múltiples problemas que estamos sufriendo y las magníficas oportunidades que hemos perdiendo…

Cuando hay voluntad política en el ejercicio de las diferentes funciones administrativas, puede existir ese necesario y urgente consenso político y los criterios diferentes lleguen a fructificar a favor del progreso comunitario, sin distingo alguno y con dignidad y patriótico proceder podamos decir: ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Nuestras Islas van a ser respetadas desde todos los ángulos y miras económicas, políticas y sociales! Sin demoras, hay que sentar un justo precedente, unamos esfuerzos y luchemos juntos para acabar con esta crisis de pobrezas y miserias. Conquistemos aquello que hayamos perdido y ganemos la confianza de los inversores que son los que crean trabajo. Con lo que nos iniciaríamos dando los primeros pasos en el único de los caminos.

Celestino González Herreros

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26/7/12

¡ABUELO! ¡ABUELO! NO RESPONDE

Apenas sin llegar la mañana, en plena madrugada, el abuelo era el primero en poner pie en tierra desde la cama. Sigilosamente, iba primero al baño y luego a la cocina, para hacer un poco de café. En lo que hervía, se acercaba a la terraza a cambiarles el agua a los pájaros y soplar la gaveta del alpiste.

Ya con la tacita de café y dirigiéndose a la ventana, asomado miraba a la calle y se le iba la imaginación, a veces, buscando con los recuerdos, determinadas vivencias, distintos derroteros… En medio de tanto silencio, recordaba sus años mozos y caminar por esa misma calle, airoso, con la vitalidad de su juventud y la fantástica ilusión de querer alcanzarlo todo, con sólo desearlo. De hallar en la vida lo más hermoso y la mejor muchacha por compañera, eso por supuesto que sí; y llamar la atención por donde quiera que fuera.

Viendo pasar a las primeras personas en su ir y venir, adivinaba en ellas el sentimiento de libertad que estaban disfrutando y eso le entristecía, por que ya él no podía hacer lo mismo. Miró hacia atrás, de soslayo, por si alguien le estaba viendo, antes de secar las lágrimas que le caían. Y sacando un cigarro se puso a fumar, exhalando grandes bocanadas de humo que luego salían a raudales por la cristalera y pensaba que, si fuera tan ligero como el humo, también saldría en busca de la libertad, perdida con los años, ya viejo y sin saber qué hacer… Pensaba: qué hermoso sería correr por la playa chapoteando el agua de la orilla cuando sube juguetona la ola al romperse. Qué delicia cogerla con las manos y mojarse la cara acariciando la blanca espuma salobre. Y bajar por las veredas que circundaban al acantilado, cargando las frutas de las moreras para llevárselas a su amada.

Qué ilusión entonces, encontrarse con ella, el fulgor de su mirada ya era su entrega y una sonrisa suya y sus pisadas sobre la arena cuando se le acercaba…

Lo había perdido todo, a veces ya ni recordaba y la vista se le apagaba. El viejo se lamentaba en silencio para que nadie le oyera, ya lo único que le quedara pertenecía a su pasado. Eso no le interesaba a nadie. Razón por la cual se levantaba tan temprano, para estar solo, con ese pesar y sentimiento suyo que con frecuencia le hacía llorar ante su impotencia y el dolor de no poder recordarlo todo como quisiera.

¡Ay, el abuelo está muy viejo, se siente tan solo! -decía el más pequeño de los nietos-

¡Qué pena siento por el abuelo! ¿Y porqué no querrá hablar con nosotros de sus cosas? Siempre está callado, mirando a través de la ventana, con el pañuelo en la mano.

Una tarde, sentado en el saloncito, en su vieja perezosa y mientras se balanceaba, fue llamando, uno a uno, a sus nietos que con él vivían.

-Siéntate ahí, acerca esa silla. Oye, ¿hace mucho frío hoy? ¿Será que estoy enfermo? Trae el retrato de tu abuela que está en mi mesa de noche y su abanico de dentro de la gavetita. No tardes. Mira, si ves que me lloran los ojos, en verdad no estoy llorando, es que tengo catarro. Tú me comprendes, ¿verdad? ¡Ay, nietito, qué feliz soy entre todos ustedes! Pero, ¿sabes?, me falta ella y no puedo conformarme. Mira, toma estas monedas, por favor, ve a la calle y cómprame unas flores… ¡Que estén bonitas! Y una vela… ¿A que no sabes que hoy es día de ella? No te acordabas, ni tú ni nadie. Es igual para ustedes, pero para mí… ¡Anda, vete y no tardes!

El abuelo se quedó solo en la estancia, con su arrugado pañuelo dándole brillo al portarretrato y colmándolo de besos mientras pronunciaba su nombre. ¡Ay, qué falta me haces y cómo se alarga el tiempo! ¿Cuándo estaremos juntos nuevamente?, es lo único que le pregunto al Cielo. ¡Cuándo!.. ¡Cuándo será!

Al otro nieto le pidió que le diera brillo, tanto a sus zapatos como a los de ella y su bolso. Que le quitara bien la tierrita. Que los pusiera cerca de su cama y que le sacara una camisa limpia, “que era día de ella” y había que celebrarlo.

Se fue a la terraza y, una a una, se ocupó en arreglar todas las macetas, regándolas posteriormente. Con nostalgia y mucha congoja, decía en voz baja: ¡Esta le gustaba tanto a ella y se está marchitando!, ¿qué podría hacer yo? También tiene sus años.

Y los hijos, ¿dónde están?, siempre ocupados. Y los otros nietos, ¿dónde está el pelirrojo? Que ya es un hombrezuelo, corriendo tras las chicas, “hombreando”, como su abuelo, cuando también era mozuelo y se las daba de conquistador. Las nietas, eso era otra cosa, ¡qué criaturas!, estudiando como locas, a ver si acaban…

Ya estaba todo listo. El retrato de la abuela con su ramo de preciosas rosas, con el cirio encendido junto al rosario y el abanico de nácar sobre la mesa de mármol. Pero faltaba el abuelo y fueron a buscarle hasta su habitación, donde yacía vestido sobre la cama, con el bolso de ella sobre el pecho fuertemente abrasado y una extraña sonrisa en sus labios dibujada y su cuerpo inmóvil.

Parecía estar contento.

¡Abuelo! ¡Abuelo!.. Y como no respondiera al tocarle, fue evidente la sorpresa al comprobar que había muerto y aún así parecía estar contento. Había partido en busca de la abuela, con sus mejores galas y le llevaba el viejo bolso y una sonrisa en sus marchitos labios, precisamente, el día de su santa.

Ahora se les recuerda a los dos juntos, como en los viejos tiempos, viéndose ambos con ilusionadas miradas, unidos por ese amor tan profundo. Ahora se les imagina más habladores, más contentos. Cuidando sus plantas. Y los pájaros no necesitarán de las rejas de sus jaulas, serán libres como ellos. Desde arriba verán crecer a los nietos, por que los abuelos siempre se preocupan como nadie de la suerte de los nietos. Los quieren fuertes y sanos, estudiosos y buenos hijos para con sus padres y hermanos, que se dejen llevar por ellos, para que se encausen bien en el torbellino de la vida y se casen y tengan hijos, luego nietos, para que conozcan el amor que los abuelos siempre guardan para sus adorados nietos.

Celestino González Herreros

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25/7/12

. LA PIEL ARRUGADA DEL ABUELO .

Balanceándose en la ruinosa mecedora, el viejo dejaba transcurrir el tiempo sin importarle lo poco que le quedaba ya. Sólo se limitaba a mirar fijamente el estático suelo y la mueca de su fingida sonrisa se acentuaba considerablemente, por momentos. Cerraba los ojos y así permaneció hasta que entró en su solitario aposento su pequeña nieta, que iba a preguntarle si necesitaba algo; y ¡por favor!, que no estuviera tanto rato callado, que hablara con ella y le contara porqué estaba triste, que si le dolía algo…

Estoy bien, mi amor, –musitó el anciano- sólo pensaba en la abuela, en su cruel destino, ahora cuando tanta falta me hace; y si no fuera por ti, querida nietita, ¿qué sería de mí? Ven, acércate un poco más, ¿ves como me tiemblan las manos y lo arrugadas que están? Antes eran como las tuyas, la piel suave. Antes no temblaban. Recuerdo la primera vez que te tuve en mis brazos, recién nacida, entonces si temblaron, pero por momentos, preocupado por que pudieras salirte de ellas. Y te acariciaba… Mi piel era como la seda, no tan rugosa y las tuyas, tus diminutas manitas, como los suaves pétalos de las rosas… Por cierto, no dejes que le falte el agua a ver si los rosales de la abuela florecen esta nueva primavera y juntos se las llevamos al campo santo. Eran sus flores favoritas y ella las cuidaba con gran esmero, como lo haces tú siempre.

-Abuelo, y ahora, ¿porqué te has quedado en silencio, porqué no sigues hablando de la abuela? ¿Y esas lagrimitas?.. ¿A qué viene eso ahora?

-Niña, es que la hecho mucho de menos. ¡Ay! ¡Si supieras la falta que me hace su compañía! Oír su dulce voz me daba vida. Nos entendíamos muy bien, ello aunque riñéramos a veces. ¡Cosas de viejos!

-Bueno abuelo, no te me pongas triste. Me voy, pero vengo enseguida, voy a bajar el fuego de la cocina. Si supieras lo que vas a comer hoy, te vas a chupar los dedos.

-Vete, mi amor, vete y atiende tus otras obligaciones. Luego si, charlaremos un rato, cuando terminemos de comer y recojas todo.

El viejo quedó aún más pensativo, elevando repetidas veces su mirada hacia el techo de la habitación, clamando a Dios.

-Señor, cuando yo me haya ido, ¿qué será de esta criatura, va a sufrir mucho? Consuélale con tu amor infinito, cuida que no sea infeliz, cuida todos sus pasos… A ver si aguanto hasta que florezcan las rosas para llevarlas conmigo

El abuelo, mientras esperaba, quedó profundamente dormido, la mecedora dejó de moverse mientras descansaba. Empero, los duendes del placentero letargo le asaltaron y entraron en la onírica dimensión de las nebulosas sensaciones del sueño y entre tanto sonreía y alargaba sus cansados brazos, como quien espera abrazar con ellos una ilusión perdida y deseara retenerla para siempre consigo. Soñaba con ella, la abuela; y muy quedamente pronunciaba su nombre y sus lágrimas brotaban incontenibles y apretaba los brazos contra su pecho lastimosamente. El abuelo estaba soñando con ella, nuevamente, como cada día le sucediera.

-Y, viéndole así, la nieta deseaba que ese feliz sueño durara mucho tiempo más, sólo por verle y saberle tan distinto, tan animado y sonriente.

La niña cerró la puerta de la habitación y volvió hacia la cocina, también llorando, no podía contener la emoción del momento.

Así pasaron los días, no muchos más, hasta que llegó la primavera. Aquellas rosas estaban preciosas, nunca fueron así de hermosas.

Una vez llevaba una de las flores al abuelo para que se convenciera y se alegrase un poco, cuando se extrañó mucho al verle con los dos brazos caídos en ademán de renuncia, sentado aún en la mecedora y la cabeza inclinada hacia delante. Desesperada corrió a preguntarle qué le estaba ocurriendo y con lógico espanto y angustia comprobó que el abuelo estaba inerte, no respondía a estímulo alguno, estaba cadáver…

Celestino González Herreros

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24/7/12

LA ABUELA SABE EL CAMINO…

La pendiente calle iba remontando con cansino paso, que le obligaba a detenerse repetidas veces para reponer fuerzas y tomar nuevos y profundos respiros sin desistir de la proeza de cubrir todo el camino ascendente que le llevaría a su destino. La abuela sabía que le esperaban al final del incómodo trayecto sus encantadores nietos al pie del portal. Que saldría primero a su encuentro el perro, amigo inseparable de la familia y cuyo olfato e intuición le decía que se acercaba la abuelita buena con sus golosinas como todos los domingos antes del medio día.

La mañana era algo fría, no tanto para la abuela que el camino la sofocaba y a sus años no todas hacen ese recorrido desde su casa, pasando la plaza del pueblo hasta el otro extremo del mismo por un pronunciado desnivel del terreno. Pero, la vieja era extraordinariamente optimista y enérgica, al menos eso parecía. Nunca se quejaba y se le veía feliz todo el tiempo. Adoraba a sus hijos y con ellos a sus nietos, también se dejaba querer y era muy prudente en sus decisiones familiares para evitar choques innecesarios.

Aún faltaba camino para llegar, aunque más benigno el que recorría ahora, cuando escuchó los ladridos del perro que corría en busca del encuentro. La señora se detuvo un instante mirando al frente y haciendo un gesto de admiración, limpió el sudor de su frente con el pañuelo que rodeara su sudoroso cuello y aprovechó para enjugar un par de lágrimas emocionadas que descolgaban irresistiblemente de sus cansados ojos. El animalito estaba poniendo el dedo en su llagado corazón. Hay cosas realmente, que llegan al alma y el amor de ese perrito la ponía en trance. ¡Qué ternura, qué bondad, qué consideración sienten siempre esos bichos por la persona amiga, y en el caso de la abuela, que sólo la ve una vez por semana entusiasmó al animal! Luego no se separa de sus pies, como si quisiera mitigar la soledad de ella, que se sintiera acompañada para verla contenta, ya que siempre estaba sola desde cuando enviudó. Mal día ese, la destrozó para siempre y le sumió en un vacío cruel del que sólo la sacaba las atenciones y los juegos del perro amigo y la alegría de sus nietos cuando le veían aparecer, medio despeinada por la brisa, sudorosa y sin poder ocultar su cansancio... Cuando llegaba sus hijos eran los últimos en recibirla y algunas veces adivinaba el fastidio que les producía y que no tenían la delicadeza de disimular. La vieja sufría con eso, tanto más al entender que mucho más no aguantaría, que las apariencias eran otra cosa. Cada vez que llegaba junto a sus nietos decía: - Hoy llegué, mañana no sé...-

-Abuela, abuelita, ¿hablamos del abuelo?, ¿cómo era el? Anda, cuéntanos...

Uno de los chiquillos inquirió: -Abuela, ¿yo me parezco a el? Dímelo, por favor...

La enigmática anciana se dio media vuelta y dijo: -Ya vengo, un momento...-

Se fue al otro lado de la casa y desahogó su oculto dolor en ese llanto callado que desgarra por dentro y siempre tratamos de ocultar. Se limpió las mejillas, suspiró desde muy adentro y dijo palabras que nadie escuchó, se las tragó todas o se las llevaron las brisas amigas de sus pensamientos a la gran reserva de sus acumulados recuerdos, en el solitario dominio de su vida compartida con el hombre bueno, amigo y amante, su esposo ya perdido... Luego apareció nuevamente al escenario de las contradicciones, a la realidad, frente a sus nietos que la esperaban en el portal, e insistieron: -Dinos abuela, ¿quién se parece más al abuelo?

Muchachitos, todos tenéis algo del abuelo y de la abuela también, y tú (dirigiéndose al cariñoso perro que la miraba atentamente moviendo graciosamente su cabecita y parpadeando nerviosamente) también te pareces a nosotros por tu leal afecto...

Después del almuerzo salieron de la casa en busca del sosiego que brinda el campo, que vinieron hallarlo bajo los frondosos castaños, eligiendo al que ofrecía más sombra para descansar un poco y hablar, como se hacía antiguamente después de comer "cuando no había televisión" y al margen del cacharreo de la cocina y todo eso. Indudablemente que la tarde se prestaba para celebrarlo todos juntos, pero alguien tenía que recoger todo y poner orden en el comedor y la cocina, por lo que faltaban los padres en la reunión que la abuela supo amenizar con sus relatos e historietas, de cuando era niña, con sus hermanos y los amiguitos del pueblo.

Una vez, -decía mirando al más pequeño con suma dulzura- tu tío se fue a la playa solito, tendría entonces unos diez años de edad. Le gustaba mucho jugar con la arena, hacía castillos, montañas y todos esos motivos con los cuales solíamos emplear las fantasías de la imaginación creadora de aquella infancia, para satisfacer nuestras inquietudes y aficiones. Estaba tan embebido en su actual obra, haciendo un puente con maderas, piedras y arena, que no advirtió mi presencia. Iba en su busca, no sea que comenzara a llover ya que el cielo se ensombreció repentinamente y se enfrió el aire, tanto, que ya hacía frío y no quería que agarrara un catarro y fuera a perder días de clase, ahora que las cosas marchaban tan bien. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando vimos, ya de regreso a casa, a pocos metros de distancia, a un anciano, muy viejo y harapiento, caído en el suelo y sin poder levantarse. Al vernos levantó su mano pidiendo ayuda y entre mi hermano y yo hicimos lo que humanamente pudimos para levantarle, pero fue inútil todo esfuerzo y optamos por correr en busca de auxilio, yendo donde calculamos que habría alguien y al poco rato ya estaba el viejo en pie, ayudado, claro está, por dos señores muy amables y que se ofrecieron gentilmente sin dudarlo un instante, como un deber humano y moral "ayudar a las personas mayores..."

Cuando llegamos a casa, henchidos de orgullo y satisfacción, lo comentamos a nuestra familia, hoy serían vuestros bisabuelos, y nos premiaron con un ardiente beso a cada uno, y las sonrisas más francas y generosas que jamás yo haya visto. Aquel gesto nuestro les agradó mucho y se comentó bastante en el pueblo, como un gesto heroico y como un ejemplo para que no olvidaran los muchachos de entonces y ojala "los de hoy" aprendieran la lección, tanto niños como adultos, lamentablemente tan deshumanizados una gran mayoría...

Celestino González Herreros

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EL ABUELO Y LA ABUELA SE NUTREN

DEL AMOR QUE RECIBEN

Nuestros abuelos cumplen cada año el 26 de julio su día grande, como grandioso y profundo es el sentimiento que con tal motivo nos une a ellos; y lo celebramos de acuerdo a las posibilidades de cada uno, no sólo económicas, también desde el crítico ángulo social dentro de cada familia. Somos, a fin de cuenta, la piedra angular de nuestra parentela.

Los abuelos son, quizás lo sean, los pilares más fuertes que sostienen – o al menos lo intentan – la pesada estructura familiar, actualmente tan desestructurada por los nuevos esquemas sociales.

Los jóvenes de hoy dicen que estamos desfasados. Que no hemos evolucionado como el tiempo mismo, como todo en la vida moderna. Pero los hijos recurren siempre a nosotros mientras podamos valernos por si solo. No siempre somos o no seremos, una carga para la familia, a veces, todo lo contrario.

Cada uno de los abuelos son como un libro abierto que jamás tendríamos tiempo suficiente para acabar de leerlo, cada página del mismo es una aventura, muchas veces son historias tristes, muy amargas; y a pesar de ello, también son las páginas más tiernas y emotivas que desgranan amor como cuendas del rosario de sus vidas luchando siempre por nuestra felicidad.

Celestino González Herreros

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23/7/12

AREMOS LA TIERRA Y BUSQUEMOS EN ELLA

NUESTRA IDENTIDAD CANARIA

Se me van los ojos hacia las tristes parcelas y solares abandonados cuando paso cerca de ellos. Me angustia sólo pensar que, atendiendo debidamente esa sedienta tierra, bien pudiera darnos generosos frutos, abundante comida, productos del campo que iban a dar sus réditos oportunos. A la vez pienso que había que buscar el agua, sobre todo cuando nos castigan estos días tan calurosos. No tendríamos que comprar tantos artículos culinarios importados del exterior, como es habitual, sin importarnos, sin darnos cuenta cuanto se encarece la cesta de la compra por la gran diferencia y calidad del genero. No es sólo por comodidad, es por ignorancia y hasta la misma desidia al despreciar nuestros escasos recursos. E incluso podríamos exportar el excedente de algunos de nuestros productos. Pero he llegado a la conclusión de que nosotros sin la participación del mismo Presidente del Gobierno Canario, da igual quien fuera, no íbamos a adelantar ni un solo paso. La autoridad de nuestro Presidente había que hacerla valer. Normas, Leyes nuevas, Control de importación, Protección de aquello nuestro que contribuya a abaratar la vida en nuestro Archipiélago, Exportación de nuestros productos… Resumiendo, voluntad política y colaboración ciudadana. Y no, por el contrario, estar dándoles facilidades para que nos invadan con productos extranjeros que a la postre nos van a resultar de peor calidad y más caros, algunos, aunque otros parezcan regalados, pero es un engaño.

Tanta pasividad es inaceptable y desde todo punto de vista irracional. Si existe una sola oportunidad aprovechémosla, hagamos valer nuestros derechos, vayamos por los causes legales hasta el final y no demos ni un paso atrás. Nuestra lucha librada desde hacen tantos siglos, nos lo recuerda, más ahora que nos respaldan opiniones universales y jurídicas. Claro, que sólo un Gobierno valiente es capaz de hacerle frente a la evidencia… Voluntad política es lo único que necesitamos. Ceñirnos a los Convenios Internacionales, aprender de aquellos que han conseguido desembarazarse de sus propias indecisiones; y caminar libremente en todos los sentidos, políticos, económicos y sociales, que ya, más de lo que hemos perdido no íbamos a perder.

Celestino González Herreros

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celestinogh@teleline.es

20/7/12

PEDRITO, LA ABUELA, LA ESCUELA

Y AQUELLOS BUENOS AMIGOS

¿Qué otra cara voy a ofrecer si otra cara no tengo?, decía el harapiento y desaliñado muchacho del pueblo. Le llamaban el tonto del lugar, cuando le preguntaban, ¿por qué era tan raro, que más se parecía a un payaso, una marioneta de feria y que reunía gran cantidad de curiosos y les arrancaba sus más burlona risas al verle?..

El ni se inmutaba, seguía su camino sin valorar esas burlas y el desprecio con que le miraban.

-Adiós Pedrito, no te mires al espejo, que lo rompes en mil pedazos.

- ¡Qué poco talento tuvieron tus padres al concebirte!

Pedrito era un niño huérfano que vivía con su abuela, único familiar que le acompañaba; y la cuidaba como si fuera una madre. En todos los sentidos, ya que la señora no gozaba de buena salud, estaba algo impedida. Y gracias a la pequeña pensión reglamentaria de las instituciones de la seguridad social que ella cobraba cada mes, vivían los dos, estrechamente, como pobres y en la más absoluta austeridad.

El muchacho tenía que salir a la calle en muchas ocasiones, era quien lo resolvía todo, lo relacionado con la supervivencia de ambos, pese a su inmadurez, pues sólo tenía trece años de edad.

Por las mañanas asistía a una escuela pública, una escuela de pobres, como era antiguamente. El resto de la jornada se lo dedicaba a su abuela ayudándole en todo lo que pudiera. Cada domingo y fiestas de guardar, mientras fuera posible no faltaba a la santa Misa, observando el párroco que en aquella criatura había algo que despertaba interés, no sólo curiosidad, sino aquella personalidad suya y el respeto con que gozaba la Misa; y cómo se concentraba al rogarle a Dios y en muchas ocasiones observaba cómo se enjugaba sus lágrimas mientras rezaba. Pedrito le pedía a Dios por sus añorados padres, deseaba hallarse con ellos, pero también pensaba en la dulce abuela. Era un dilema aquello que sentía, sin alternativa alguna, sólo existía el consuelo de que alguna vez estarían todos juntos, que valía la pena esperar tanto a que ese día llegara.

Al salir de la Iglesia, el señor cura se le acercó y poniéndole su mano sobre el hombro de él, le preguntó: -Pedrito, vengo observándote mucho tiempo…

- Qué, ¿también usted me ve cara de payaso?

- ¡OH! No, por favor, en ti veo la sana expresión de un ángel celestial, tal y como me los imagino. Tanta bondad veo en ti, que no puedo menos que admirarte y a la vez respetarte. Dentro de ti, algo grande se está fraguando… Aunque las gentes en la calle se rían de tus defectos físicos, no te importe, Dios está contigo y nada debes temer.

- No, si no me molesta que se mofen de mí, son pobres criaturas que desconocen la sensibilidad de las personas e ignoran sus mismas carencias y necesidades, andan a ciegas por los tortuosos caminos de la vida sin alcanzar a valorar sus propias carencias y miserias: los defectos del alma. Ni voz alguna de sus enfermas conciencias, ellos si que son simples muñecos descarriados e inútiles.

- ¿Cómo van los estudios, muchacho? ¿Sabes?, entre tu maestro, buena persona, y yo, estamos haciendo gestiones, a través del Obispado, para ver si conseguimos una beca de estudios para ti, para que los continúes, si tanto te gusta estudiar… Dice tu maestro, don José, que eres uno de los niños más destacados en la escuela y como también eres el más pobre y tan aplicado, es posible que la necesites algún día. ¿Qué te gustaría ser en el futuro, qué estudiarías?

- Hoy mismo no sé, más adelante quizás. Y será usted el primero en saberlo. Lo que sí es cierto es, que me gustaría poder darle a mi abuelita todo aquello que no puedo darle hoy, ni pude darle a mis llorados padres. Que viva los últimos años de su vida sin faltarle nada, que ya bastantes privaciones sufrimos…

- Será así, muchacho, si en realidad lo deseas tanto, que nada hay tan importante para el ser humano, como la convicción misma de poder alcanzar aquellos objetivos que nos hayamos propuesto y la perseverancia que pongamos en ello. Será así, telo aseguro.

Pasaron los años, mucho tiempo… Una mañana el señor cartero llamó a la puerta de la señora Mercedes, que así se llamaba la abuela de Pedrito.

Muy despacito, como Dios le ayudó, alcanzó abrir la puerta de la casa y se alegró al ver a su cartero.

- ¿Qué me trae hoy? A ver… ¡Ah! Pedrito viene esta semana, ya de quedada. ¡Qué bueno! He de prepararle su habitación…

Al fin llegó ese día tan deseado

Abuela, nos vamos de aquí, he comprado, para nosotros dos, una bonita casa con un precioso jardín. Con todas las comodidades necesarias. Verás qué bien vas a sentirte; y en la misma ya tengo instalado un acogedor Despacho para atender a mis clientes, donde estaba se me hacía pequeño, además, quiero tenerte cerca de mí todas las horas del día, para cuidarte mejor. No va a faltarte nada, te lo prometo.

Celestino González Herreros

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18/7/12

INCOMBATIBLES LENGUAS DE FUEGO INFERNAL

Ha sido y aún es, aterrador el incendio en nuestras Islas Canarias y lamentables serán sus consecuencias, desde todo punto de vista. No hay palabras ni cálculos posibles que valoren la dimensión del desastre ecológico y ambiental que estamos sufriendo. Las condiciones atmosféricas y climáticas no acompañan en la ardua tarea de los distintos grupos contra incendios, que con muy pocos recursos idóneos y humanos luchan desaforadamente sin poder lograr los objetivos deseados: acabar con ese endiablado fuego.

El incendio, por ejemplo el de Tenerife, campa a sus anchas. Repito, muy pocos recursos y aquellos de los que disponemos han sido tardíos. Y los negativos elementos atmosféricos, nos siguen traicionando.

A modo de comentario. Desde el primer momento debieron traer más helicópteros y aviones apropiados para reducir y acabar con el fuego, recursos tan necesarios y que sin dificultad alguna pudieron haber sido enviados desde el Gobierno Central, civiles y militares, a fin de que conjuntamente probáramos con lógica la eficacia de dichas ayudas. Pero no, a esperar, a hacer cálculos estériles mientras el fuego avanza a una velocidad delirante y vertiginosa, que auguramos esas lenguas de fuego acabarán con el resto de nuestros bellos montes, su flora e indefensa fauna… Y tantos valores materiales hasta el momento actual, ya perdidos.

La falta de limpieza de esos suelos, quebradas y barrancos, donde tanto material combustible cada año se almacena por falta de previsión, por ignorancia y despreocupación, siempre está presto a incidentes como el que estamos viviendo. Cada año decimos lo mismo: “Hay que limpiar los montes y sus aledaños, las cabeceras de los barrancos”

También dentro de las distintas poblaciones, por falta de limpieza, la hierba seca y los matojos abundan, parcelas y solares abandonados, a merced de cualquier chispa eléctrica, una colilla de cigarro encendido, etc., bien pudieran ser evitadas esas temibles consecuencias de nuevos conatos de incendios.

Sin pretender acusar de negligencia a nadie, ya que el daño está hecho, en cada circunstancia igual a las actuales, tal y como lo pienso, debiéramos ser más cuidadosos y perseverantes a la hora de pedir ayuda. No he dicho exigir, que por las peculiares circunstancias que nos definen, debiéramos estar más preparados ante posibles catástrofes como las que nos ocupan hoy también en La Palma y La gomera y demás islas del Archipiélago. No tener, permanentemente, que lamentarnos por estar realmente tan aislados… Pudiéramos prevenir cualquier desagradable situación, con la diligente y honrada ayuda de nuestros “amigos” de allende los mares sabiendo que podemos contar con sus generosos y rápidos refuerzos.

Corregir nuestros errores debiera ser nuestro principal objetivo, no caer en los mismos errores siempre, que el próximo años no volvamos a lamentarnos. Hay muchos días por delante, pero las verdaderas catástrofes no avisan ni tienen calendarios, que no nos cojan desprevenidos… A trabajar por lo nuestro, no perdamos el tiempo sólo con apuntes y cálculos teóricos, seamos más prácticos.

Celestino González Herreros

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16/7/12

TEMPLETE LOMO NIEVES

EL SITIO LUNA

Puerto de la Cruz

Es gratificante saber por el Periódico El Día de fecha 16.07.12, de la culminación de los trabajos realizados en el Templete Lomo Nieves, en el lugar denominado El Sitio Luna, obra histórica del siglo XVIII, en Puerto de la Cruz. Recientemente denunciado su estado de abandono por la AAVV San Felipe – El Tejar; y que nos congratula haya hecho eco nuestra súplica, en el sentido de atenderle sin dilación alguna, antes que se viniera abajo por el mal estado de conservación, debido al paso del tiempo y sin haberle hecho mejoras.

Nuestra AAVV San Felipe – El Tejar, con el mejor de los criterios, seguirá denunciando cuantos defectos remediables vayan surgiendo, con la seguridad de que nuestra Corporación Municipal atienda nuestros justos ruegos y súplicas, para tener, en lo posible, lo mejor adecentado todo nuestro entorno de San Felipe – El Tejar.

Una vez más, hemos acertado con nuestra perseverancia en resolverse los asuntos propios de nuestra comunidad, trasladándolos a la primera autoridad y a su equipo de Gobierno, a fin de que se hagan las oportunas intervenciones.

Celestino González Herreros

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15/7/12

EL GRAN PODER DE DIOS SIEMPRE ESTÁ PRESENTE

EN NUESTRAS VIDAS

Ya tenemos las fiestas en honor del Gran Poder de Dios, la Santísima Virgen del Carmen y San Telmo; e, innegablemente, se siente en el ambiente algo distinto, es como un soplo melancólico que refresca y acaricia los sentidos y en uno mismo cambian las formas y el proceder.

Como cada año por estas fechas, se ejecutan los pertinentes preparativos, siempre con el afán de que este año 2012 sea más lúcido que los anteriores, pese a tantos recortes sufridos, que, como quiera que sea, el humor no es el mismo y las circunstancias son otras. Pese a ello, izamos la bandera con el entusiasmo de siempre, y viéndola hondear en el aire salitroso de nuestro litoral, pareciera que nos insuflara esos ánimos que tanto necesitamos actualmente.

Tenemos que acompañar a nuestro “Viejito”, el Señor del Gran Poder de Dios, por las calles de su pueblo y la grata presencia siempre de Nuestra Señora la Virgen del Carmen y su fiel acompañante, San Telmo.

Como es tradicional, no se habla de otra cosa, como queriendo olvidar las distintas crisis que nos acosan, la económica y la política, para ver si logramos mitigar en lo posible los serios problemas que padecemos por los factores que ya todos conocemos.

Es posible que, con la presencia de esas veneradas imágenes religiosas, despierte en nosotros aquel cristiano sentimiento que tan celosamente guardamos como el más preciado tesoro para las difíciles ocasiones; y con gran sentido de responsabilidad y la mayor dosis de sentido común, unamos conceptos y nuestras mejores disposiciones y hallemos soluciones importantes, como es nuestra solidaridad, un empeño conjunto que nos permita luchar contra tantos inconvenientes. Y con la ayuda misericordiosa de Dios y la Virgen lleguemos a entendernos mejor, sin egoísmos partidistas, luchando como si fuéramos un solo hombre, y ganemos conjuntamente la batalla de nuestro infortunio y vivamos más ilusionados; acompañados de nuestra inquebrantable fe seamos capaces, también, de acabar con nuestros temores, dejando las dentadas políticas para los perros, que es como únicamente saben defenderse. Nosotros usamos la razón como invencible arma y podemos caminar juntos con optimismo, buscando un futuro mejor para nuestros descendientes, para que, por lo menos, nos recuerden con orgullo y cariño.

En todo momento debemos suponer que, como cada año por estas mismas fechas, tan esperadas y necesarias, en nuestra ciudad, nuestras veneradas imágenes van a darnos buenas dosis de paz. Es cierto que cosas ineludibles han surgido, no digamos de improviso, por que se las veía venir; contratiempos lamentables. Ni yo mismo sabría calibrar el daño que sufrimos, aún sin definirlo por su dramatismo. Sentimos que estamos más desamparados que nunca, al borde de la desesperación, si las causas que generan tanta inquietud no son definitivamente detenidas.

De más está recordar que crisis peores hemos vencido. Esta tiene el descarado agravante de la corrupción, pero, así y todo, a buen número los veremos sentados en el banquillo, si la Justicia juega el papel que le corresponde y es implacable con nuestros verdaderos enemigos y culpables de tanta desazón social y tanta miseria.

¿Por qué, siempre en el mes de julio de cada año, nuestras oraciones son tan necesarias? Se van acumulando los problemas, todo va envejeciendo, hasta nosotros mismos; si un pequeño problema no se corrige a tiempo, luego será mucho más difícil enmendarlo. Lo peor es la pretensión de querer ahogarnos, y con los peores métodos antihumanos, para tener el camino libre y que puedan continuar.

Que Dios nos ayude a salir de esta, que si nos desampara, ¿qué sería de nosotros?

Celestino González Herreros

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