19/6/12

LA PALABRA AMIGA Y CONFIDENTE

Escúchame, solamente escúchame ya que leer no puedes. Oye el concierto de las palabras, que aunque mal digan no enmudecen por que son libres, se me escapan sin poder contenerlas y van en tu busca, en ese mundo desvanecido que nos cuestiona y aparta...

Mis palabras ya están contigo, es lo importante, precisamente ahora, cuando vamos acercándonos a la "pasividad" de la vida y por la que debemos hacer el esfuerzo más importante para desembarazarnos de esos prejuicios ante los días que nos quedan de agradecida permanencia. Superarnos a nosotros mismos con intuición animosa debe ser el primer objetivo, ahora que podemos disponerlo como un derecho universal.

Deduzco por el interés que prestas (siempre ha sido así) a las bellezas de la vida, aunque ya casi no veas, que tienes una gran sensibilidad humana; y que como cada cual sabe hacerlo, tú lo manifiestas con ternura, que supone tanto como querer asumirlo con amor desmedido, y cada vez más; por que las añoranzas de nuestras quimeras nos van condicionando y nos hacen a veces niños de verdad o más viejos de lo que ya somos.

Mucho tiempo ha pasado desde cuando sentí deseos de dedicarte uno de mis espacios. Y que conste, por mi parte, para ti, no ha sido abandono, aunque si, premeditación. Quería sentirme realmente motivado para comprenderte mejor, sentirme más identificado con tu situación actual, molesta, pero irremediablemente asumidle. Antes me perecía que siendo más joven no iba a saber llegar hasta ti como realmente deseaba. Ya me siento algo mayor y me parece que tuviera la misma edad que todas las personas mayores, pero con la salvedad de que, aún sé zambullirme y puedo hacerlo sin reservas, en el mundo de la ilusión y la fantasía e intuyo de que podría contagiar estos sentimientos de libertad y adopción, a seres que como tú, creen haber terminado su trabajo...

Filosofando un poco. El hombre nunca termina nada, todo lo que desee o haga es inconcluso, estamos reducidos a muy poca cosa. La dimensión de esa trayectoria implícita es mucho más larga, interminable y tan bella... Es como una estela luminaria en los caminos, yendo en dirección hacia una supuesta meta que a la vez de animarte te consuela... Empero, aún así, si mirásemos hacia atrás, con el pensamiento, es cierto, intuiríamos nuestros aciertos y los fracasos; y los esfuerzos realizados desde la partida de nuestros compromisos, pero también el deseo de algún encuentro especial.

Aún hoy, cuando creímos que los habíamos superado todo, que podíamos ser ignorados, hay muchas cosas que nos siguen preocupando, por que sabemos que nos necesitan, si a mí no, a todas ustedes sí, a quienes bien sabes me refiero... "Cada eslabón de la cadena cuando cierra sus atenazados brazos sella para siempre su función, pero otro se abre, y luego otro, y así sucesivamente."

El hombre no tiene edad ni tiempo para llegar a la pasividad de sus aptitudes, no mueren sus posibilidades. Siempre servimos para algo, pero no olvidemos la metáfora de "los eslabones de hierro". La capacidad del ser humano es infinita hasta que fenece, pero antes es integral, solo que, puede llegar a la fragilidad si no le acompaña el espíritu amable y positivo que suele nutrirse de la razón, aceptando los distintos estados de la vida como vienen. Claro está, siempre que sea respetado y atendido con justicia por el resto de la sociedad, que algo nos deben a cada uno de nosotros. Mas, no se trata de pasar la factura, por nadie hemos sido atendidos consecuentemente, en lo que parece. Sólo, eso sí, pido encarecidamente, ese premio de consolación tan hermoso y humano, que es, el reconocimiento o si quiera el respeto y el cariño, hacia tantas personas (ausentes unos, presentes los otros) de edad avanzada, por lo mucho o poco que hayan podido hacer en "sus vidas dinámicas" en favor de nuestro conglomerado social. Que se les reconozcan esos méritos y se les premie, repito, con el cariño que de seguro muchos estarán pidiéndolo, (por razones obvias algunos, otros por que se encuentran solos, -abandonados a la suerte que Dios les de, pernoctando en sucios barracones, muriendo en soledad, de frío, hambre y sed...

Qué inmenso consuelo deben sentir, y qué apego a la vida, aún estando imposibilitados, algunos, de sus fuerzas motrices o sensitivas, sabiéndose aceptados con sus inevitables problemas por los familiares y amigos, que se vuelcan, en la medida que sea, por verles contentos (dentro de la obligada resignación). Dichosos aquellos, también, que saben devolver la ilusión a los que sintiéndose desesperadamente infelices, buscan ese apoyo moral que les incentive a seguir viviendo. Esos tienen la mano de Dios presta en cualquier momento, y deben sentirlo dentro de su pecho, en el corazón, como un mensaje de gratitud constante.

Ya ves, cómo llegan mis palabras y se trepan por doquiera buscando el eco de su sentido en las profundas oquedades de la sombría soledad del hombre, para hacerle compañía con la avenencia oportuna de ellas, a través del pensamiento; sólo escuchando dictados de la conciencia e imaginémonos los caminos más gratos por donde nuestros últimos pasos serán obligados, y allá, al final del mismo, no olvidemos, que estará Dios esperándonos, a los más viejos y a los más jóvenes

Que mis palabras, sencillas pero sentidas, te sirvan de consuelo, para ti las escribo que siempre fuiste una persona eminentemente buena e inteligente y que sabrás en los peores momentos resignarte con la entereza que te caracteriza, asumiendo tu destino con dignidad cristiana para que cunda el ejemplo entre los demás. Levanta pues, ese corazón y zambúllete en el mundo ilusionado que aún nos queda mucho por vivir... Que nuestra felicidad está ahí, siempre esperándonos.

Celestino González Herreros

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