24/6/12

DICEN QUE EN LA DISTANCIA LE VIERON…

Ví amanecer mirando al mar y tuve la sensación de estar navegando sobre sus tranquilas aguas mar adentro y sin rumbos fijos, yendo a la deriva, sin saber a dónde… Mientras la aurora matinal alumbraba la superficie líquida, mi mente seguía poblándose de gratos recuerdos, de imágenes inertes y breves secuencias proyectadas allá, en el vacío inconciente del tiempo pasado que no acaba de esfumarse.

Aún sin haber aclarado el nuevo día, allá afuera, faenaban algunos barcos. Ya iban apagando sus tiznados mechones y enfilaban la proa hacia la distante orilla. Unos regresaban… Otro, en cambio, con el pensamiento salía, rayando el alba en busca de lo inalcanzable, pero insistiendo con el empeño de hallarla…

Dicen que en la distancia le vieron, perdida en una de las playas de la otra orilla, iba descalza, hollando la arena del onírico lugar. Dicen que estaba sola, también mirando al mar… A la vez, dicen que en varias ocasiones, se les supone, se encontraron sus miradas sin darse cuenta del hecho, pero sus cuerpos por segundos quedaron petrificados, tal vez por la influencia del amor, de aquella atracción natural que une los cuerpos y las almas que penan en el desértico mundo de la incomprensión.

No hay distancia, por muy pronunciada que sea, cuyos espacios no puedan ser allanados por un amoroso pensamiento. Así tuve ocasión de comprobar su presencia, de percibirla y escuchar el eco de su voz dominando todos mis sentidos y llenar el inmenso vacío que dejara la soledad. Sentí al mismo tiempo, la crítica sed de la desesperación al saber que aquel sueño de amor, en el mismo silencio que naciera, se quebrara en mil pedazos al despertar y no hallarme en la playa mirando al mar. Los efluvios del amor son confidentes, a veces, del subconsciente, como las brisas que empujan la liviana barca de un frágil sueño.

Celestino González Herreros

http://www.celestinogh.blogspot.com

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