8/6/12

LA MEJOR ELECCIÓN DEL HOMBRE

Desde los albores de la Historia, los hombres hemos luchado por liberarnos de ataduras convencionales y antinaturales, y de prejuicios sociales manifiestos, aquellos que habitualmente suelen reprimirnos. Más aún, serán muchas las batallas que tengamos que librar, pues nos queda la difícil tarea de entendernos a nosotros mismos y saber qué es lo que realmente queremos. A pesar de los éxitos logrados, nunca estaremos conformes o lo que es lo mismo, nunca nos sentiremos del todo satisfechos. Miremos nuestra imagen reflejada ante el implacable espejo de la vida, veremos algo en nosotros que nos mantendrá descontentos, igual ayer que hoy y mañana será peor... Sin entender que cada vez vamos perdiendo intimidad personal, reflejos ahora irrecuperable. Se nos va de las manos lo que no alcanzaremos jamás, aquello que ya no nos pertenece.

Inexorablemente se han ido con el tiempo; y cuando uno se imagina subido en el veloz tren de la huida, nos parece entender mejor la vida y al tener conciencia de ello, sentimos más apego a lo poco que nos queda ya de ella, y a todo aquello que vamos dejando atrás en el azaroso y umbrío camino de la incertidumbre y la duda. No podemos detener al fatídico expreso, ni frenar su marcha vertiginosa, sólo aceptar la realidad por cruel que esta nos parezca y sufrir con dignidad la evidencia misma.

Antes, la vida fue muy hermosa y no hubo tantos temores acerca de aquello de la recta final del místico trayecto hacia el más allá. Sufrimos ahora por no haber sabido, ante el postrero instante, aprovecharnos de tantas excelencias que nos ofrece la vida, tantas realidades espléndidas, ignorando el futuro... Hoy de nada nos sirve, sólo para entenderlo mejor, mirar hacia atrás y lamentar no haber participado más intensamente de ella, la efímera permanencia.

En mis experiencias profesionales, con lógico pesar, he leído en la última mirada de algunos semidifuntos, el dolor y la tristeza, al entender que se iban... Pienso que sufrían, más, algunos, por no haber sabido agotar hasta el último momento, lo que perdían. Otros por tener que dejar a tantos seres queridos Si, lamentaban lo que perdían, por no haber querido escuchar la voz de la conciencia.

Mas, aún nos queda algo, no será un trayecto muy largo, pero sí suficiente para tratar de encontrarnos con nosotros mismos y elegir el camino tantas veces señalado y por el que pocas veces hemos transitado. Anunciado está, y, a menos que no le despreciemos, en él hallaremos, sin importarnos, juntos, el sacrificio y sus asperezas, la nueva luz de la esperanza y, hasta "quizás" hallemos algo de lo perdido y la paz de nuestra conciencia.

Nadie podrá detenernos, aunque no sea infinita esa ruta de eternas realidades, fuente de amor que calmara la sed de nuestro espíritu. Volverá a brotar el agua de la fuente inspiradora apagada en el olvido.

Con el devenir de los años, uno ha conseguido comprender, aunque parcialmente, la maraña afectiva de las cosas de la vida. Digo bien, no siempre podemos acertar a ver, entre tantos entrecijos hostiles o no, la evidencia de las cosas que nos suceden o pueden sucedernos, ello implica cierto reparo o miedo y nos obliga a ser más cautos en nuestras decisiones y a calcularlas con mesura. Ya no nos sobra el tiempo, disponemos del justo para reflexionar detenidamente sobre el que nos queda; y no perder ocasiones que puedan mantener ilusionados todos nuestros sentidos. Puedo decir, que no hay despertares más gratos que los que vivo... Uno ya tiene sus años. Cuando abro los ojos, cada mañana, doy gracias a la vida y al Todopoderoso. No puedo menos que sonreír, a pesar de los achaque propios de la edad, levantarme, aún con los ojos medio cerrados y acercarme hacia la ventana, cuando recibo la luz del nuevo día que irradia en mi espíritu toda ilusión, no hallo palabras con qué darle gracias a Dios y a los autores de mis días: mis queridos y añorados padres por haberme dado la vida.

Celestino González Herreros

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