28/3/12

ME CONMUEVE LA IDEA DE QUE NO LA HAYAN OLVIDADO

Es normal de que después de tanto tiempo en silencio, uno llegue a preocuparse de la triste suerte de la niña “Piedad”. Que nos preguntemos por qué no se airea el tema aunque sólo fuera por consideración a ella y otros tantos niños que se hallaren en su misma situación y no dudo de que algunos hasta en más lamentables circunstancias. ¿Es que callando se resuelven los serios problemas que puedan aquejarnos? ¿Es quizás una forma que por concluyente, de ninguna manera puede ser reconsiderada para su posterior estudio? ¿Es posible sepultar un problema determinado, dejarlo ahí, sin afectarnos sus evidentes secuelas?.. Yo, sólo pregunto: ¿Debo callar también, para que se olvide definitivamente, el asunto tratado y esperar a que, cuando cumpla los 18 años de edad la suelten?.. Es descorazonador, chocante y despreciable, si es cierto cuanto he dicho. Si yo viviera para entonces, pediría ir a verle cuando saliera de su encierro y le ayudaría como mejor pudiera. ¿Se imaginan la situación? Aunque, seguramente, allí estará Soledad, su madre adoptiva, para recibirle. ¡Si no se lo impiden!, aquellos que hasta ese momento no hayan abandonado sus inadmisibles posiciones, ni claudicado en el empeño de quitársela nuevamente… Espero que esté aprovechando el tiempo y se refugie en los estudios, que cuando la liberen sea una mujer provechosa. Salga de donde está, definitivamente. Entera y dispuesta a triunfar en la vida libre que le arrebataron siendo una niña y le robaron su felicidad de aquel hogar de La Orotava, al calor de Soledad Perera Pérez y su familia.

Es cierto, tanto silencio me afecta, me conmueve la sola idea de que se hayan olvidado de ella, no cabe en mí. Más bien creo que el miedo ha cundido en los ánimos solidarios de aquellos que, esperanzados lo dieron todo por ayudarle para que vuelva a su casa.

No acabo de entenderlo. Tal vez, como ha habido tantos despropósitos, fraudes, tantos abusos en algunas áreas gubernamentales, civiles, sociales, políticas, etc., en este país, no hayan tenido mucho tiempo ni lugar para ocuparse de los urgentes asuntos sociales que padecemos. ¡Sí, es posible!...

De todas formas, quiero hacer público mi sentimiento de comprensión, cariño incondicional y apoyo humano hacia esa niña llamada “Piedad” y que como noticia ha dado la vuelta a varios Continentes; y cuyo tratamiento hasta hoy, ha sido el silencio como respuesta, esa sombra triste que justifica el más descarado abandono y la intriga más despreciable recibida por quienes no quisieron nunca analizar profundamente su situación. Nunca hubo voluntad de ayudarle, eso es evidente. Y yo pienso: ¿pueden dormir tranquilamente los autores de tanto daño hecho a esa inocente criatura?

Como las cosas de Palacio están cambiando, se vaticinan cambios estructurales en las distintas cúpulas, se intuyen nuevos conceptos de la misma justicia y se le valora considerablemente, por las razones que fueran, pudiera haber más sensibilidad… Bueno, más humanidad, quiero decir. Independientemente de los distintos gobiernos, pudiera ser que se revisaran los casos “pendientes” de consideración, como es el de la niña “Piedad” y se hiciera justicia oportunamente, dándole prioridad a los hechos constatadle y a las experiencias sufridas por ella.

Piedad es, quizás, la palabra más sensible en nuestro diccionario, piedad, sinónimo de amor, de caridad y de justicia social. Que Dios nos ayude a contagiarle a quienes corresponda, este sentimiento mío y ayuden mis humildes palabras a resolver el asunto de “Piedad”, la niña que queremos ver entre nosotros cuanto antes.

Celestino González Herreros

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