17/12/09

FRAGANCIAS DEL FLORIDO CAMINO

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Siento sensación de estar despertando con el cansancio propio de un largo viaje, acosado por los viejos recuerdos que hubieran aflorado en el sueño cual fantasmas del pasado. Abatido el espíritu, aún en la mente proyectadas aquellas vivencias que sí fueron realidad, y que, a pesar de los años transcurridos, aún no he podido olvidar.
Cada lugar, hoy petrificados en mi corazón, iba señalando la huella delatora de aquella juventud irrepetible y distante en el tiempo, hoy llorada con nostalgia... La huella de tantos pasos que he vuelto a palpar con mis manos temblorosas. Sí, y he despertado con los ojos enrojecidos y el corazón agitado por tantas emociones, corriendo en distintas direcciones, como queriendo abarcarlo todo: la fragancia del florido camino aquel, por donde solía ir acompañado... ¡Los primeros pasos del amor! Y, aquellas miradas tan apasionadas y la loca risa envuelta en la cálida brisa hasta perder el eco adormecido de su furtiva huida.

Entonces todos éramos jóvenes; y en esa dulce y tierna edad, nunca pensábamos que algún día seríamos viejos y que el destino era quien decidiría la suerte de cada cual. Lamentablemente, ya no están entre nosotros tantos amigos de entonces. Ellas, fieles confidentes, a las que cariñosamente hicimos las primeras confesiones de amor. Algunas ya no están, tampoco. ¡Cuántas frases con profunda ternura nuestros labios pronunciaron, y cuántas miradas afectivas, cuántos suspiros y lágrimas! Todo aquello era producto, también, de un sueño de amor, a veces truncado, al volver a la dura realidad, a la evidente lucha por ser lo que somos: adultos desencantados, o viejos decrépitos, sin ilusión algunos, otros buscando, entre las hierbas secas, aquel camino florido en sus sueños, creyéndose aún jóvenes, sonriéndole al estático espejo de sus vidas con engañosa valentía y la mente llena de fantasías. Disimulando el cansancio y ocultando la angustia de su contenido llanto, al despertar.

El mensaje de la vida siempre fue discreto, cauteloso y sin promesas. Nada es imperecedero, es como el pabilo de un cirio encendido en las tinieblas, amenazado constantemente, en la intemperie solitaria, por las inclemencias y el soplo agudo del etéreo impulso maléfico de la celosa. Como ocurre en los sueños, cuando le presentimos, o le vemos llegar parsimoniosa y sin llamar a la puerta entra y nos lleva sigilosa, sin importarle, para nada, los sentimientos ni tantas cosas que vamos a dejar atrás... La vida es como una rosa que se deshoja lentamente, mientras vamos muriendo poco a poco. A veces casi sin darnos cuenta, y sólo dejamos en este amado mundo, lleno de tantos interrogantes y contradicciones, los despojos yermos de nuestras fervientes ilusiones, dulces y tristes recuerdos y el dolor incurable en aquellos seres queridos que supieron entendernos.
La vida es un dilema poético, es alegría y sufrimiento, es amor y dolor...

Celestino González Herreros

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