9/11/10

RECORDANDO AL EXTINTO SEÑOR ROGER MONTES DE OCA GONZÁLEZ

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Estudié el Bachiller en el Colegio Gran Poder de Dios, con ciertas reminiscencias que es mejor olvidar. Entonces los bedeles, entrañables personas, eran doña Felicia y don Paco Ortiz, excartero, este último del municipio de Puerto de la Cruz. Debe ser por mi torpeza, si así lo quieren, obviando las verdaderas razones que no eran otras que mi resentida salud auditiva, obstáculo suficientemente cruel para traicionar los deseos y buena voluntad de un simple estudiante. Mis oídos desde los seis meses de vida, a causa de un catarrito mal cuidado y cuyas secuela duraron hasta que tuve que ir a quirófano, después de los estudios, todo lo cual, me impidió rendir más en el Colegio. Me conformo con mi suerte, pero no es fácil sobrellevarlo.
Hubo momentos de constantes mareos y perdida aguda de la audición, muchas veces no oía plenamente ni entendía lo que me explicaban, mas, me callaba para que el resto de la clase no se mofara de mi problema y a base de leer afanosamente el libro de texto, me informaba para el día siguiente rendir algo, lo que pudiera. Y así pasaba los cursos… A nadie le conté mi sufrimiento e incluso emigré a Venezuela y a los cuatro años regresé muy enfermo y casi no la cuento Gracias al otorrino, el señor Fernando Barajas Prat, que me ingresó e hizo conmigo un extraordinario trabajo quirúrgico del que siempre le estaré agradecido. Fue tan urgente que al verme en su consulta no me dejó ni avisar a mi familia, al parecer no sobraba tiempo. Así estaba yo, acabándome poco a poco y siempre callando…

En aquella época de estudiante llegó el momento que realmente necesitaba ayuda, ya las matemáticas no me entraban con facilidad, la forma de explicar del profesor no era la que yo necesitaba, dado mi problema. Ante el peligro de suspender, mis padres concertaron los servicios del señor Roger Montes de Oca González; y en la casa de don Paco Torrent, en la parte alta, en una habitación apropiada, con una pizarra colgada en la pared, nos impartió las sabias lecciones de esa asignatura a los alumnos Manolo Baeza García, Andrés Torrent García (los dos ya fallecidos) no recuerdo quien más y este, el que suscribe.

Lo asombroso fue el cambio que dimos. Después de las explicaciones y gráficos en la pizarra, aquellas lecciones no se olvidaban, y digo más, no era necesario ni repasarlas en casa. El profesor del Colegio de Segunda Enseñanza nos llamaba “los sabios” en plan jocoso; y cuando algunos de los otros alumnos no completaba el despeje de un teorema, por ejemplo, nos llenaba a la pizarra: ¡A ver, uno de los sabios, acérquese!..
Jamás he visto forma igual y tan amena de explicar, tan cariñosa y provechosa. Siempre le he recordado. Era una persona muy afable, muy bien educado y respetuoso. Con Profesores como don Rogér Montes de Oca, no habría tanto absentismo escolar.

Cuatro o cinco años después de haber sido operado del oído y haber cumplido la penalización militar por prófugo, al no haberme presentado a la Caja de Recluta Militar oportunamente, ya que estaba ausente fuera de Tenerife, fueron a citarme: en ese tiempo lo aproveché para hacer la Carrera de Practicante en Medicina y Cirugía en Cádiz y al cumplirse mi amonestación ya tenía en regla los papeles para volver a Venezuela y en mejores condiciones me enfrenté decididamente a cuantos abatares pudieran surgir y de hecho, como le ocurre a cualquier emigrante los comienzos casi siempre son duros hasta que van surgiendo las oportunidades. Al final conseguí lo que buscaba, trabajar en el Ministerio de Sanidad hasta llegar al Servicio de Dermatología Sanitaria en calidad de Inspector del Departamento de Lepra, allí trabajé ocho años, plenamente integrado y satisfecho de estar compartiendo esos felices días con quienes tanto nos necesitaban.

Cuando volví a mi querido Tenerife no tardé mucho en trabajar en nuestra Seguridad Social y Asistencia Pública como Practicante, aquello para lo que estudié oportunamente.

Volviendo al recuerdo de don Roger Montes de Oca, pienso que en gran medida contribuyó, dándome sus sabias clases de matemáticas, a que saliera adelante en mis estudios. Ya sé que todo son circunstancias, pero su valiosa ayuda fue definitiva; y la de otros buenos maestros, que como un sacerdocio más, ejercieron sus profesiones deja una huella sentimental en nuestro corazón, tan profunda que jamás se olvida.

Al cabo de los años fui su amigo y Practicante y yo disfrutaba cada vez que me llamaba solicitando mis servicios profesionales; y sin dejar de admirarle, como mi viejo profesor, en esas ocasiones inevitablemente, los recuerdos me trasladaban a aquella tierna edad mía; aquel era el gran maestro capaz de ilusionar al alumno y hacernos entender tantas lecciones que antes no aprendíamos, algunos, por la razón que fuera, y que con tanta paciencia y solidaridad, nos hacía comprender y recordar para siempre.
Nunca más le temí a las matemáticas, por otra parte debo añadir que es una de las asignaturas más interesante y práctica que en la educación existe. Entendiéndole como yo acabé entendiéndole, hasta es atractiva.

Siempre sentí deseos de hacer público mi agradecimiento hacia tan ejemplar persona y hoy parece que la luz de mi gratitud ha alumbrado a mi mente y de corazón lo hago: Amigo Roger Monte de Oca, donde estés ahí está mi pensamiento; que Dios te haya acogido en sus brazos y disfrutes siempre de la paz divina y ese grato recogimiento…


Celestino González Herreros

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