31/3/10

YO VI NACER UNA AURORA Y MORIR UN PASADO...

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Tengo miedo del encuentro, a veces, con el pasado que en mi memoria siento aparecer alimentado con los recuerdos... Son las viejas vivencias que incesantemente vienen buscándome y se adueñan de mí, poseyéndome deliberadamente. Veo pasar la alegre caravana ante mis cansados ojos como fuera ayer, las viejas cosas, los callados rincones del pueblo, aquella gente de antes pausadamente caminando, sin la loca prisa que se vive hoy y más seguros, por los caminos obligados. A mi mente acude la grata visión de mi familia, de todos los jóvenes ilusionados, viviendo los difíciles momentos de la época, pero unidos siempre compartiéndonos la suerte de entonces y, ¡salimos adelante! Era un muchacho y me daba cuenta de todo, adivinaba los trágicos momentos que muchas familias vivían y estaba presente en el dolor ajeno, no podía eludirlo y lo más hermoso que recuerdo de la gente de entonces es la solidaridad que a todos nos mantuvo unidos. Luego los tiempos fueron cambiando, fuimos recuperando la fe que iba despertando la confianza en un futuro más pasadero; los muchachos fuimos creciendo y aprendimos a soñar despiertos... Retornan los gestos y travesuras de los amigos, mis grandes amigos, los ingenuos de antes, los torpes e ilusorios muchachos de ayer, con más corazón que maldad, con tanta ilusión cuyas ansias desbordaban como el llanto del niño que está harto de la cuna y quiere trasponer los umbrales del inmenso espacio de la constante transformación de la nueva vida... Aires nuevos... Y esta expresión me recuerda aquella edad mía, cuando no sabía diferenciar entre el dolor de los demás y las satisfacciones de las alegranzas mías, cuando buscaba en cada rincón de mi existencia un motivo acrisolado, algo que llenara ese vacío emocional de las supuestas realidades, cómplices de nuestra existencia, tal vez nobles testigos de los afanes desperdigados buscando orillas demarcadas en el borde abismático de la misma soledad... "Yo vi. nacer una aurora una vez”... le vi aparecer tan sumisa y risueña, era como una diosa desnuda, clarividente, sin expresión alguna, pero irradiaba tal cantidad de ternura que dudé unos instantes, o yo moría con tanta dulzura, o quizás, tal vez si, yo no merecía el honor de tales visiones que en mí desbordaron abundantemente, como una cosa normal que se desparrama y se expande buscando un cause ilusionado a través del tiempo, una brecha esperanzada de luz y de amor... Yo, sinceramente, pienso que sufrí un extasiado momento de alucinación, yo vi nacer un nuevo día que me decía cosas bellas y promesas alucinantes, le dieron a mi vida tanto apoyo que yo pienso más en esos instantes que en mi propio y actual sino... Sigo mirando al Cielo, me abandono en mis recovecos poéticos a veces, frecuentemente, me escondo posiblemente y no dejo vestigios delatores de donde estoy recluido, huyendo de la incomprensión anárquica del hombre de hoy, que equivocadamente va sin contención alguna hacia un fracaso seguro ...

Yo vi morirse aquel añorado pasado con la influencia del tiempo que iba pasando, las cosas bellas, todos los encantos de una difícil época fueron tornándose sobrios y tristes, sus fulgores fueron apagándose y en un sombrío túnel fuimos adentrándonos y así expiraron tantos valores humanos que hoy estamos reclamando. Le vi alejarse por ese cause como un soplo incontenible que se ahogaba, como el llanto amargo de un cruel desengaño... El hombre y su progreso le habían traicionado, la ambición incontrolada deshumanizó a la humanidad... sin previo alguno hemos sido testigos de la suerte más corrupta que jamás hayamos pensado.

Tengo miedo que vuelva aparecer en mi mente ese nostálgico pasado que no quiere morir, que está latente. Tengo miedo del encuentro, por que en el se asoman motivaciones tan humanas que sería imposible vivir sin ellas Sería como contradecir las propias fuerzas naturales, sin pensar antes en nuestro pueblos que cambian de fisonomía, de ideales...


Celestino González Herreros
http://www.celestinogh.blogspot.com

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